El 11 de septiembre de 2001 cuando asistí a la Conferencia de las Naciones Unidas como cada año, fue la peor experiencia aterradora de mi vida, siendo testigo del ataque a las torres gemelas, quedando atrapado en Manhattan sin posibilidad de salida, el espacio aéreo estaba militarizado, los aeropuertos civiles estaban cerrados, las carreteras cerradas, las centrales de autobuses también estaban cerradas. Me pregunté: ¿qué hacer? Encontré un libro de un autor que había consultado mucho, Samuel P. Huntington, autor de aquella obra “El choque de civilizaciones”. Encerrado en un hotel me dediqué a leer su libro: ¿Quiénes somos? Esta obra hace una investigación sobre los desafíos actuales de la identidad nacional estadounidense, la devoción patriotera que inundó las calles de Nueva York.
Me interesaba mucho encontrar la esencia del espíritu americano, el individualismo y la ética del trabajo, el moralismo y la ética de la reforma, las relaciones entre religiones católicas, protestantes y muchas más. Observé que la Unión Americana actualmente se debate en explicar cuál es su identidad, ¿de dónde venimos?, ¿a dónde vamos? Parodiando al nigromante don Ignacio Ramírez encontré la respuesta: el pueblo americano viene de todas partes y llegan a la tierra prometida con una carga cultural en un proceso de inmigración-asimilación como integrarse a lo largo del tiempo en un ambiente hostil de discriminación efectuada por otros migrantes que habían llegado antes a la civilización al “American Way of Life”, una perpetua integración difícil de asimilación como es especialmente la población hispana y muy especialmente los migrantes de origen mexicano quienes al entrar a un mundo diferente a su cultura deciden integrarse formando barrios, colonias o guetos para poderse defenderse de la migra.
La parte central de la obra en cuestión es la siguiente: “el peligro para el interés vital de la nación americana está representado por la inmigración procedente de América Latina especialmente la migración mexicana” masiva que está provocando la reconquista demográfica en zonas que los estadounidenses habían arrebatado por la fuerza a México.
En el siglo XX, los Estados Unidos se convirtieron en una sociedad multiétnica y multirracial caracterizada por una cultura mayoritaria dominante que es angloprotestante. Debajo de esta cultura se engloban múltiples subculturas. Concebí muy bien que el panorama de que ese país está en proceso de convertirse en una sociedad anglohispana con dos lenguas nacionales —el inglés y el español—, en medio de un multiculturalismo de élites intelectuales y políticas de una sociedad bilingüe.
La constante es el avance de la migración de mexicanos quienes conservan sus costumbres de la tierra que los vio nacer. Esta población crece más rápido que la población anglosajona, los mexicanos conservan sus tradiciones, lo que los hace muy diferentes a otras poblaciones que se integran y adaptan rápidamente olvidando su cultura e historia.
Algunos autores han sugerido que el suroeste de la Unión Americana podría acabar convirtiéndose en el “Quebec” estadounidense, porque esta región tiene poblaciones católicas conquistadas por pueblos angloparlantes, el uso de la lengua inglesa de los mexicanos de primera y de segunda generación siguen en el patrón de preferir su iglesia católica, y hablar su lengua de origen el español. Es hasta la tercera generación que cambia de patrón lingüístico. Ya no quieren hablar inglés, ya son gringos.
El epílogo de la obra se encuentra en la página 284. Debido a la intensa corriente migratoria mexicana al suroeste de EU, es decir a California, la entrada de ilegales tolerada muchas veces por la enorme demanda de las explotaciones agrícolas de estas regiones, es de las zonas más ricas de la Unión Americana y naturalmente demanda la mano de obra y sudor de los mexico-americanos. La conclusión es la siguiente, la amenaza potencial para la integridad política de los Estados Unidos la constituye la población mexicana.
Director General del Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo