Este año se conmemora el bicentenario de ese yunque forjador de hombres de guerra, constituido el 11 de octubre de 1823. Como alumno egresado de ese plantel me siento orgulloso y aprovecho la oportunidad para expresar mis sentimientos de por qué ingresé a este sacrosanto colegio.

Con motivo de la conmemoración de la gesta heroica que tuvo lugar aquel 13 de septiembre de 1847 en el Castillo de Chapultepec, el pueblo y el gobierno agradecidos rinden justo homenaje en recuerdo del sacrificio de aquellos jóvenes cadetes del Colegio Militar, símbolos de los valores más sagrados de nuestra patria querida, inspirados en la defensa de nuestra soberanía e integridad nacional bajo las balas del invasor.

Recuerdo aquellos instantes de decisión cuando era casi un niño a los 17 años en 1962; cursaba la preparatoria en la Universidad de Guadalajara, la cual se encontraba frente a la comandancia de la XV zona militar, cuyo comandante en ese entonces era el Gral. Pacheco Iturribarria. Era yo un estudiante revoltoso, muy lejos de la disciplina militar. Jamás olvidaré cuando en compañía de otro alumno y compañero, quien actualmente es el general Alfredo Fregoso Cortés, cruzamos el umbral de la guardia en prevención, los soldados nos marcaron el alto, y dijeron: “Alto ahí, quién vive” y respondimos “¡Alumnos de la escuela Preparatoria que deseamos abrazar la carrera de las armas!”

Al entrar vimos un cartel cuyo título decía “Jóvenes que deseen abrazar la carrera de las armas”. Le pregunté a Alfredo: “¿Y qué tal si las abrazamos?” Pedimos información, nos entregaron un folleto para el ingreso al Colegio Militar, sin titubear al día siguiente sin pedir permiso a nuestros padres nos lanzamos a la aventura propia de la juventud que busca un destino. Este fue el inicio de la construcción de una carrera fundada en la disciplina, educación espartana, sabíamos de antemano que sería un reto muy duro, pero no nos asustó.

Al ingresar como alumno de primer año nos recibió el comandante del cuerpo de cadetes el coronel Jesús Castañeda Gutiérrez, de una gran personalidad. Alto, medía casi 2 metros, le decíamos respetuosamente “mandraque”. En su mensaje de bienvenida nos dijo: “Jóvenes les doy la más cordial bienvenida a este plantel, les espera una vida dura de disciplina, trabajo y esfuerzo. Si pensaron en grandes riquezas están equivocados, este no es el camino, su futuro estará marcado si logran graduarse, tendrán una vida modesta, con la convicción de ser generales de la República sirviendo con toda lealtad al pueblo y las instituciones nacionales”.

Al entrar al plantel observé por todas partes símbolos de grandeza y orgullo, imágenes y recuerdos de las páginas del libro de la historia. El primer día nos enseñaron el canto a la patria, un canto que se eleva a la memoria como ofrenda al honor y la lealtad de los héroes niños ejemplo de heroísmo, escuchaba los tambores, el clarín de la guerra con el nombre sacrosanto “Colegio Militar”. El primer día percibí una profunda emoción, recordando epopeyas que ya jamás se borran de este santuario de la inmortalidad de una patria orgullosa de su historia que recoge nobles hechos de sangre y honor.

Por todas partes observé los nombres de aquellos aguiluchos que defendieron el honor nacional ante una intervención injusta que más bien era una guerra de conquista, aprovechando la división de los mexicanos, algunos traidores, quintacolumnistas, vende patrias vergüenza nacional quienes no supieron estar a la altura de su responsabilidad. La lección de los cadetes quedó grabada en la conciencia nacional, la conducta ejemplar de aquellos jóvenes que defendieron con bravura lo más sagrado: el honor nacional, ofrendando su vida misma a sabiendas de que morir es nada cuando por la patria se muera.

Lleno de emoción escuchaba ese primer día pasar lista a los héroes Juan de la Barrera, Juan Escutia, Agustín Melgar, Vicente Suárez, Fernando Montes de Oca y Francisco Márquez, a los que al unísono respondemos “murieron por la patria”. Aún recuerdo el clarín de la guerra, el redoble de los tambores, la marcha triunfal de la patria agradecida al nombre sacrosanto de: Colegio Militar.

Internacionalista

Suscríbete aquí para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, y muchas opciones más.