A Ifigenia Martínez Hernández, ejemplo de dignidad y compromiso.
La primera Conferencia mundial sobre la mujer, tuvo lugar en México del 19 de junio al 2 julio de 1975, gracias a la decisión del Estado Mexicano de la época. Sin titubeos tomó los fermentos e inquietudes de las mujeres en nuestro país: campesinas, intelectuales, clases medias, estudiantes que exigían un papel digno y de igualdad ante la ley, que les había sido negado históricamente desde el México Independiente, la Reforma y la Revolución.
La realización de la Conferencia mencionada coincidió con el Año Internacional de la Mujer que condujo a la creación del programa: Decenio de las Naciones Unidas para la mujer, inspirándose en el espíritu del progreso y derecho legítimo para la eliminación y discriminación contra las mujeres y la igualdad jurídica que brillaba por su ausencia.
La recomendación a los gobiernos de la comunidad internacional fue que revisaran, derogaran y actualizaran su legislación en lo concerniente a lo que pudiera afectar la dignidad de nuestras compañeras, respecto a estándares establecidos en los derechos humanos consagrados internacionalmente, revisar las leyes en la materia en concordancia con dichos derechos, revisar y fortalecer sus derechos, obligaciones, y también su participación en la política, educación, capacitación, empleo, salud, pobreza, violencia de género, víctimas en conflictos armados y medio ambiente.
El Estado Mexicano tomó el reto y celebró la Conferencia en nuestra ciudad capital. La cancillería a cargo de don Emilio O. Rabasa integró un comité de mujeres encabezado para la coordinación de los trabajos.
Participaron 133 gobiernos, seis mil organismos no gubernamentales, constituyendo la Tribuna del año Internacional de la Mujer. El prestigio de México brillaba en todo lo alto con su política exterior: activa, soberana y no subordinada. Tomó en sus manos grandes temas de reivindicación de nuestras heroínas que el constituyente originario se olvidó de ellas, negándoles todo derecho, inclusive al voto y ser votadas, era una sociedad misógina y machista, exigían una reforma al artículo IV constitucional y leyes ordinarias.
Aún resuenan los ecos de la Conferencia que designó como presidente a un abogado inteligente: Pedro Ojeda Paullada, asistido por Gloria Brasdefer.
Muy notable fue la presencia de una pléyade de jovencitas inteligentes y destacadas con vocación de servir a México: Silvia Hernández, la poetisa Griselda Álvarez (primera gobernadora en México), Beatriz Paredes Rangel, Ifigenia Martínez Hernández, la embajadora Aída González, María Esther Zuno de Echeverría, mujer mexicana de grandes convicciones quien nunca quiso que la llamaran primera dama, “mejor llámenme, compañera María Esther”, mexicana por los cuatro costados nacionalista, reivindicadora de las mujeres indígenas de Oaxaca, mayas, coras, tepehuanes, las parteras empíricas, todas ellas mujeres entrañables que me han distinguido con su amistad inmerecidamente.
Después de esta Conferencia Mundial se han desarrollado cuatro más, 1980 Copenhague, 1985 Nairobi y 1995 Beijing. El impacto mundial de la primera Conferencia no se puede negar, repercutió con visión de futuro, hoy contemplamos que las semillas del ayer engendraron las flores y frutos del mañana, el mañana es hoy. La mujer mexicana se ha incorporado con legítimo derecho en todas las actividades humanas de nuestra sociedad, inclusive en nuestras fuerzas armadas, hablamos incluso de generalas.
Falta mucho por hacer en la República en tiempo de mujeres. Subsisten temas vergonzosos, discriminatorios, maltrato a empleadas domésticas, feminicidios cometidos por enfermos mentales, atrasos en su derecho a disponer de su cuerpo, el aborto, así como el ejercicio del poder.
El plan de acción surgió de la Conferencia en México fue el modelo a seguir de muchos gobiernos que acataron los principios consagrados en la declaración de México en 1975 que impulsó la la lucha para el logro de la ansiada igualdad y eliminación de toda forma de discriminación, las generaciones actuales en el mundo no olvidan la conducta del Estado Mexicano.
Ejemplo de madurez política fue la elección de la primera mujer Presidenta de la República, después de 200 años de marginación.
Director del CEESTEM