El 5 de febrero pasado, el gobierno y los poderes de la República rindieron un muy justo homenaje conmemorativo en Querétaro, del 106 aniversario de la promulgación de la Constitución General de la República, carta magna que después de una lucha entre hermanos recogió las más puras aspiraciones de garantías sociales e individuales del pueblo mexicano que derramó su sangre fraterna y generosa, deseando un futuro próspero de democracia, igualdad, libertad y de independencia nacional.
Honor a quien honor merece, al actor central de este histórico documento, hijo legítimo de aquel congreso constituyente, me refiero naturalmente al Ejército Mexicano, pilar y centinela del orden constitucional, las instituciones de la República e integridad de nuestra nación. No podemos olvidar la valentía de don Venustiano Carranza, quien convocó a este congreso pensando en el futuro inspirado en el auténtico Plan de Guadalupe con la visión de un nuevo Estado, con un Ejército que es el pueblo en armas que garantizará el respeto a esta carta magna.
El México moderno no se puede explicar sin la participación con absoluta lealtad, abnegación inquebrantable y obediencia como siervo de nación del Ejército actual que no se cansa, no duerme, a través de vendavales refrenda siempre su lealtad a las instituciones de la República.
Pierden su tiempo aquellos agoreros del desastre en estos tiempos líquidos y gaseosos llenos de polarización, quienes tratan inútilmente de crear confusión y división. Nuestras Fuerzas Armadas, no escuchan el canto de las sirenas ni a los quinta columnistas apátridas, se equivocan como siempre. El soldado mexicano y la Revolución son la misma cosa, a fin de cuentas, son el pueblo uniformado.
También el domingo pasado se cumplieron 103 años cuando aquel 5 de febrero de 1920, el Presidente de la República don Venustiano Carranza restableció los cursos del Heroico Colegio Militar en San Jacinto Popotla, cuna de lealtad en el cual me eduqué y me enseñó a amar a mi patria por sobre todas las cosas.
El Congreso Constituyente de 1916-1917 dio voz a la sociedad de principios del siglo pasado proyectando un Estado moderno orgulloso del ser mexicano del siglo XXI, creando instituciones y garantías de igualdad y fraternidad de los gobernantes y gobernados en el goce de sus derechos y obligaciones.
Todavía resuenan los ecos de los debates enconados de aquel Congreso en el Teatro de la República de Querétaro, estableciendo el estado de derecho y justicia, este documento supremo, ejemplo ante el mundo, se anticipó consagrando derechos y deberes sociales e individuales, así como el derecho de poseer tierras a los campesinos, y mejorar las condiciones laborales de los trabajadores. En su parte orgánica establece la estructura jurídica del Estado como la piedra angular para un buen gobierno, bajo el principio: TODO DENTRO DE LA CONSTITUCIÓN, NADA FUERA DE ELLA.
El constituyente originario se inspiró en los sentimientos de la nación, de Independencia, Reforma y Revolución, en Miguel Hidalgo y Costilla, don José María Morelos y Pavón y en el indómito Benito Juárez, autor de la Segunda Independencia Mexicana.
Esta Constitución de la República es representativa de las luchas revolucionarias de nuestros antepasados que escribieron con sangre, como en las batallas de las Termópilas, textos de libertad, igualdad y fraternidad.
Internacionalista
Suscríbete aquí para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, y muchas opciones más.