El planeta tierra navega a la deriva como Prometeo encadenado portador del fuego por esta tragedia y drama ocasionados por la falta de agua, elemento indispensable para la vida y existencia de la humanidad, la flora y la fauna. El mundo científico no es escuchado, intentando lograr la utopía de agua para todos. Es urgente en estos tiempos de catástrofes por el calentamiento global que logremos por sobrevivencia un acuerdo entre todos, gobiernos, científicos, organismos financieros para lograr salvar al planeta que está bramando con señales alarmantes de fenómenos meteorológicos cada vez más violentos. La responsabilidad y solidaridad global es necesaria tanto de la comunidad internacional, gobiernos e individuos.
Nadie ignoramos que los equilibrios del medio ambiente están destrozados, sabemos que el cuerpo humano se integra por un 70% de agua al igual que el planeta está constituido por un 70% de agua, pero solamente el 2.5% es agua dulce y la desperdiciamos irresponsablemente, se requieren políticas públicas socialmente responsables para atacar las causas de esta tragedia que comienzan con la deforestación mundial, el crecimiento de grandes metrópolis, junglas de asfalto que no tienen pulmones es decir árboles, dejemos de hablar, iniciemos una cruzada de plantar árboles antes de que sea demasiado tarde.
El fenómeno anterior, exacerbado por la escasez del agua en el planeta, ha provocado peligros en el planeta que reacciona como un ser vivo, enfermo, que d origen a sequías e inundaciones al mismo tiempo, actividad volcánica inesperada, aumento de las temperaturas que ya ha cobrado víctimas humanas, no se salva nadie, ni las potencias industrializadas que son los mayores causantes de la contaminación de efecto invernadero ni países pobres, el problema es de todos y la solución es de todos.
Estudios de la ONU reportan que aproximadamente 2,000 millones de personas en todo el mundo no tienen ningún acceso al agua potable. Se espera que estas cifras aumenten debido a la criminal contaminación y el crecimiento acelerado de la población que en breve llegará a 8 mil millones. Grandes regiones planetarias deambulan en busca de un vaso de agua sin embargo empresas privadas han logrado un gran negocio con el agua como mercancía con enormes utilidades, una tonelada de agua llega a costar un poco más de mil dólares.
Nuestro país se anticipó a la utopía de agua para todos, bajo la óptica de un derecho humano. El estado mexicano convocó a jóvenes ingenieros en los años 70 para hacer frente al desarrollo industrial inusitado, la implosión de grandes zonas urbanas y crecimiento de nuestra población a un promedio de 3% anual. Una pléyade de técnicos fue encabezada por un soñador que amó profundamente a México, nació y creció en el trópico húmedo en una zona de catástrofes por inundaciones por el desbordamiento cíclico del río Grijalva. Me refiero al Sr. Ing. Leandro Rovirosa Wade, quien fuera secretario de Recursos Hidráulicos, hombre afable, sencillo, tenía la virtud de escuchar, hablaba poco, en aquel entonces lo llamaron hombre agua. Este personaje me distinguió inmerecidamente con su amistad, mantuve diálogos fructíferos con él para comprender la complejidad y la repercusión a nivel nacional del agua, tanto en la agricultura, industria y los seres humanos, estos diálogos están inéditos en mis memorias de pronta publicación.
Al plan antes mencionado contó con el apoyo de otro hombre sencillo, Fernando González Villarreal, quien integró un valioso equipo de ingenieros mexicanos, todos los conocemos, coadyuvaron a la solución para los próximos 50 años de uno de los problemas más delicados para la vida nacional, en el próximo artículo detallaré dicho plan.
Don Leandro, como emisario del futuro, comprendió en su tiempo que la demanda del agua sería un dolor de cabeza por lo cual propuso al presidente Luis Echeverría el plan nacional hidráulico con una filosofía de atender la justa demanda de población urbana, industrial y campesina, imaginando la administración del agua por cuencas de ríos, océanos y otras masas de agua, el reto a vencer era la distribución equitativa especialmente en zonas casi desérticas.
Internacionalista