Honor a quien honor merece:
a Don Venustiano Carranza,
creador del Ejército Constitucionalista.


Febrero es un mes fundamental para las Fuerzas Armadas Mexicanas, Marcha de la lealtad día 9, día del Ejército 19, día de la Bandera 24.

Son herederas de las más puras tradiciones de lealtad, heroísmo y acendrado patriotismo, defensores de la soberanía nacional, del orden constitucional y las instituciones emanadas de este.

Las conmemoraciones no son estériles, son necesarias, los pueblos se nutren de la necesidad de amar algo grande, su pasado, sus luchas por su independencia, reforma y revolución.

El actual Ejército Mexicano nació aquel 19 de febrero de 1913 hace 109 años en la Hacienda de Guadalupe, estado de Coahuila. Surgió de las entrañas del pueblo integrándose por campesinos uniformados quienes dejaron el arado y tomaron las armas, inspirándose en la defensa del orden constitucional vulnerado, la defensa de la democracia, constituyéndose en centinela y guardián de las instituciones de la república.

El 19 de febrero del año antes mencionado don Venustiano Carranza, varón de Cuatro Ciénegas, entonces gobernador del estado de Coahuila, impulsa el “Plan de Guadalupe”, envía una excitativa al Congreso local desconociendo al usurpador, chacal, borrachales, de cuyo nombre no quiero acordarme, quien había asesinado al presidente don Francisco I. Madero.

El Plan de Guadalupe fue promulgado el 26 de marzo de 1913, en la Hacienda del mismo nombre. Ese Plan estableció la creación de un “Nuevo Ejército” del pueblo, que fuera pilar sólido, defensor de la soberanía y las instituciones democráticas.

Los integrantes del Ejército actual son herederos de sentimientos nacionalistas, de aquellos valientes soldados que acompañaron a Hidalgo, Morelos, Vicente Guerrero que lucharon por la independencia nacional.

Nuestras Fuerzas Armadas constitucionales son ejemplares como la conducta de aquellos jóvenes cadetes de nuestro Heroico Colegio Militar (por el honor de México), crisol de patriotismo, que sacrificaron sus vidas, ofrendaron su sangre, ejemplo para la juventud actual, de no arrodillarse nunca ante el invasor extranjero, como aquel asalto al Castillo de Chapultepec el 13 de septiembre de 1847, por tropas norteamericanas. “Murieron por la patria” es la respuesta cuando se les pasa lista, en el Colegio Militar, pero no murió el espíritu.

Otro ejemplo que nutre los sentimientos de las Fuerzas Armadas es la de aquellos soldados que acompañaron al presidente Juárez, autor de la segunda Independencia de México, cuyo Ejército Republicano puso fin en el Cerro de las Campanas a aventuras intervencionistas, hasta su entrada triunfante a la Ciudad de México el 11 de enero de 1861, después de fusilar a Maximiliano y secuaces, malos mexicanos traidores a la patria, Miramón y Mejía.

Las Fuerzas Armadas no duermen, no se cansan simplemente obedecen con lealtad el mandato de la Constitución General de la República, han sabido fortalecerse a lo largo del espacio y el tiempo, piensan siempre en un México moderno y democrático.

El pueblo y el gobierno agradecidos, la semana pasada le rindieron un justo homenaje reconociendo sus altos valores y su calidad moral.

Actualmente se le han asignado nuevas tareas y retos que sabrán cumplir, como una fuerza en tiempos de paz, encargándole la construcción de Aeropuertos, obras de infraestructura, guardián de aduanas, seguridad de aeropuertos. Estoy completamente seguro de que no fallarán, porque es la institución más sólida, más confiable para el avance y el progreso de México, sin demérito de defender nuestras libertades, se erige en constructor de la nación.

Del Río Bravo al Suchiate México se siente salvaguardado, confía en sus leales Fuerzas Armadas, las cuales no escuchan el canto de las sirenas, pierden su tiempo aquellos politólogos de café y agoreros del desastre. La consigna de los soldados es solo una: la patria es primero (Vicente Guerrero).

Internacionalista.

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