Después de las batallas de Padierna y Churubusco, los ejércitos estaban cansados, el Gral. Winfield Scott pidió un armisticio, “ya es tiempo que las diferencias las resolvemos de manera amistosa y honorable”, Santa Anna naturalmente lo aceptó y designó a comisionados para que se reunieron a fin de  suspender hostilidades, naturalmente todo era un engaño, el 27 de agosto el comisionado plenipotenciario del presidente Polk, Nicholas Trist  quien se reunió con los generales José Joaquín Herrera, Ignacio Mora y Villamil así como los licenciados José Bernardo Couto y Miguel Atristan. La idea era firmar un tratado de “paz y amistad” proponiendo que los Estados Unidos cubrirán todos los gastos de la guerra, a cambio de que México reconociera la frontera entre los dos países en el río grande, así ceder la Alta California, parte de Coahuila, Chihuahua, Sonora, Nuevo México, el Oregón y la totalidad de la Península de Baja California oferta que concluyendo además en el armisticio o tratado de paz el libre tránsito de tropas norteamericanas por el Istmo de Tehuantepec.

Castillo de Chapultepec
Castillo de Chapultepec

La respuesta fue negativa, el comisionado Trist montó en cólera, lo cual traería funestas consecuencias, la reanudación de las hostilidades, las conversaciones se rompieron el 6 de septiembre, 48 horas después se reanudaron las hostilidades, las tropas enemigas iniciaron el asalto, la Casa Mata, edificio cercano al Molino del Rey lugar donde creía el General Scott que había un arsenal de municiones, todo era falso fue un gambito. El día 8 de septiembre se inicia la ofensiva en contra de las instalaciones del Molino del Rey, muriendo en la batalla con gran valentía el General Antonio león y el Coronel Lucas Balderas, recibiendo apoyo tardío del General Juan Álvarez desde la Hacienda de los Morales, vale la pena hacer notar la conducta y el valor de Margarito Suazo, oficial del “Batallón Mina” cuando casi moribundo salva la bandera enredándose en su cintura, esa bandera ensangrentada se encuentra actualmente en el Museo Nacional de Historia.

El General Winfield Scott ordenó el asalto al Castillo de Chapultepec aquel fatídico 13 de septiembre de 1847, la posición estaba defendida bajo el mando del General Nicolas Bravo con 832 soldados, reforzado por el Batallón San Blas al mando General Xicoténcatl.

Hoy sabemos que Chapultepec no estaba fuertemente fortificado. El General Bravo pidió refuerzos a Santa Anna, los cuales nunca llegaron, solamente dos oficiales que se presentaron ante el General Bravo quien comentó “le pedí cañones y me mando faroles”.

“Alea Jacta Es” es decir la suerte estaba echada, el General Bravo comprendió que además de las tropas enemigas luchaba contra una quinta columna, un caballo de Troya vergüenza nacional, entendió muy bien que morirían todos en la posición bajo el fuego de artillería de las baterías situadas en Tacubaya y en Molino del Rey. El cañoneo fue incesante, muchas de las tropas sobre todo mexicanas, desmoralizadas al anochecer del día 12 de septiembre iniciaron deserciones numerosas.

Excadete y oficial de alumnos del

Heroico Colegio Militar.

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