En mi artículo anterior mencioné un tema extremadamente delicado de cara al futuro como es la demanda y escasez del agua para la población urbana, industrial y campesina. El tema obligado es imaginar el manejo y administración de este recurso vital por cuencas hidrológicas, de ríos y océanos, esto hace obligada la mano firme del Estado y de los tres órdenes de gobierno para la planeación y asegurar el abastecimiento equitativo en épocas de sequías debido al calentamiento global.
En los años 70 México contaba con alrededor de 50 millones de habitantes; en ese entonces el país requería de una planeación sustentable de sus recursos naturales, especialmente del agua con una visión no mercantilista de hacer negocios como ocurre actualmente en muchos países donde este vital líquido es una mercancía vendida y distribuida en botellas de plástico. La visión de la planeación integral tomó en consideración factores del crecimiento de la población en el futuro, ya que México se proyectaba por las grandes obras de infraestructura al escenario internacional; el Estado debería tener cuidado con temas como la justicia social, especialmente a los campesinos que demandaban tierra y agua créditos suficientes para la producción agrícola.
El reto fue la organización de planes y proyectos modernos para los diversos usos del agua (industriales, urbanos y agrícolas), aplicando tecnologías de punta evitando el desperdicio de este líquido con una educación responsable para su consumo. El plan mencionado contempló el aprovechamiento de aguas superficiales, subterráneas, fluviales, pluviales pensando en la demanda creciente del agua en el futuro.
Era necesario una política de Estado que contemplara este recurso vital, escaso y mal distribuido a nivel nacional, dando importancia a llevar agua de zonas de abundancia a zonas de escasez, inclusive desiertos, el problema no era sencillo, se debería contemplar el país en su conjunto ya que el agua, el crédito y la tierra fue un tema que levantó en armas a los campesinos en 1910.
Surgió en aquel entonces el hombre a la altura de las circunstancias, me refiero naturalmente al ingeniero Leandro Rovirosa Wade y a una pléyade de jóvenes mexicanos por los cuatro costados, quiénes imaginaron una planeación para evitar fenómenos catastróficos por escasez o por abundancia excesiva, tomando en consideración las grandes inundaciones de la Ciudad de México de 1604, 1607, 1615, 1629 y 1638 que dedicaremos en un artículo especial. Surge así el multimencionado “Plan Nacional Hidráulico” para aprovechar equitativamente el agua de cuencas de abundancia a zonas de escasez.
Fue impresionante el Plan Nacional de manejo de cuencas hidrológicas, que impulsó el estudio de 250 cuencas que cubrían el 92% de los ríos del país, y el 81% de escurrimientos de aguas con normas y reglas para evitar la contaminación. El Plan se iniciaría en los ríos Lerma, Pánuco, Coatzacoalcos, Balsas, Amacuzac, Blanco, Atoyac, Zahuapan, 82 ríos y lagunas evitando el lanzamiento de aguas residuales que contaminan estos ríos.
Del Plan Nacional Hidráulico nacieron programas que aún subsisten: el sistema Cutzamala, Plan Texcoco, Plan Benito Juárez, en el cual se construyeron más de 150 presas para la irrigación y almacenamiento de más de 10 mil millones de metros cúbicos, creación de más de un millón de hectáreas de riego, la Comisión para el Aprovechamiento de Aguas Salinas, la Ley Federal de Aguas (11/enero/1972).
Continuará …