El Estado mexicano estableció en los años 70´s una vigorosa política exterior, estableciendo relaciones diplomáticas con 49 estados. Pero ninguna de la trascendencia histórica, política y económica como la que se
estableció con la República Popular China a partir del 14 de febrero de 1972.
La Asamblea General de la ONU se reúne en sesiones ordinarias anualmente entre los meses de septiembre y diciembre, a esta sesión concurren normalmente los Ministros y Mandatarios de todos los países miembros, para abordar temas de la agenda aprobada previamente cada año, así como tratar diferentes temas internacionales que resulten especialmente interesantes o atractivos para que fije su posición al respecto de determinado país.
El 25 de septiembre de 1971 fue presentado a la Asamblea General un proyecto de resolución patrocinado por 23 estados, entre ellos Albania e incluyendo a los 17 estados que solicitaron su inclusión. De acuerdo con el proyecto, la Asamblea General decidió restituir a la República Popular China todos sus derechos y reconocer a los representantes de ese gobierno como únicos representantes legítimos y legales de China en las Naciones Unidas, así como expulsar inmediatamente a los representantes de Chiang Kai-shek del puesto que ocupaban ilegalmente en las Naciones Unidas y en todos los organismos relacionados con ellas.
En este ambiente tenso, México se presentó a la XXVI Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas con la convicción e iniciativa para realizar un avance trascendental del principio de universalidad, además sería un acto de justicia dar la bienvenida a la República Popular China.
El 5 de octubre de 1971, el Presidente de México afirmó ante la 26ª Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas que:
“La soberanía y la integridad territorial de China son indivisibles en lo jurídico” hacía patente en el máximo foro internacional uno de los principios fundamentales de la política exterior de su país: la relación respetuosa y fructífera que debe existir entre las naciones, abstracción hecha de sus diferencias ideológicas o políticas y de sus formas de gobierno surgidas de su libre determinación.
Ha esta histórica asamblea asistieron connotados mexicanos invitados por el entonces Presidente de la República para ser testigos de una decisión trascendental que marcaría a México y a China en una unión fraternal e indivisible, entre algunos se encontraba el licenciado Porfirio Muñoz Ledo, la Doctora Rosario Green, y varios jóvenes de la UNAM y del Colegio de México con la distinguida presencia del canciller mexicano Emilio O. Rabasa.
Durante ese periodo de sesiones, a los representantes de la nación que albergaba en su territorio a la cuarta parte de la población del mundo, China contaba en aquel entonces con más de 750 millones de habitantes hoy se aproxima a 1400 millones, México afirmó que la República Popular China y su consecuente ingreso al sitio que le corresponde en el Consejo de Seguridad.
Al mismo tiempo, era necesario reconocer que la soberanía y la integridad territorial de la nación china, eran jurídicamente indivisibles.
China y México formalizaron sus lazos de amistad y cooperación el 14 de febrero de 1972 hace 51 años, Estados Unidos lo formalizó a partir de enero de 1979.
Reunión del Presidente Echeverría con el Presidente Mao, abril de 1973
El comunicado selló históricamente la voluntad férrea e indeclinable de México para establecer relaciones diplomáticas con la República Popular China y nos obliga hoy en día, a reflexionar con sensatez y altura sobre las relaciones amistosas y diplomáticas entre estas dos naciones amigas.
El pronunciamiento del México, fue escuchado como una voz importante en las deliberaciones que culminaron con el reconocimiento de China como miembro de la ONU, se producía en momentos en que en plena guerra fría, las grandes potencias se disputaban la preponderancia en los polos del poder mundial se vieron obligadas por la fuerza de la razón a admitir la emergencia de los países en desarrollo que buscaban en la independencia económica y política, el establecimiento de un orden mundial más justo.
El máximo foro internacional hizo patente, uno de los muchos principios fundamentales de la política exterior de México y esta relación debía ser respetuosa y tener como base los principios normativos de nuestro orden constitucional para convivencia armónica de los pueblos del mundo:
La autodeterminación de los pueblos, la no intervención, la solución pacífica de las controversias; la proscripción de la amenaza o uso de la fuerza en las relaciones internacionales; la igualdad jurídica de las naciones; la cooperación internacional para el desarrollo; y la lucha por la paz nacional e internacionales, abstenerse de opinar sobre diferencias ideológicas o políticas, así como sus formas de gobierno.
Como resultado del debate en el seno de la Organización, las naciones ahí representadas aprobaron la reanudación del asiento legal de China en la ONU. México, cuyo voto afirmativo a la resolución era esperado, emitió de inmediato un comunicado a través de su Secretaría de Relaciones Exteriores, en el que expresa lo determinante de la posición mexicana.
“El gobierno de la República Popular de China es el único representante legal y legítimo ante la ONU”.
Al término de la sesión celebrada en la ciudad de Nueva York, el gobierno mexicano instruyó a su representante ante la Organización de las Naciones Unidas el Embajador Alfonso García Robles, para entablar negociaciones con su homólogo de la República Popular China, tendientes al establecimiento de relaciones diplomáticas entre las dos naciones. El 16 de noviembre de ese mismo año, el gobierno de México anunciaba la ruptura de relaciones con el de Taiwán
La vigorosa determinación de México no estuvo exenta de presiones por parte de los grandes centros de poder para convencer a su gobierno de votar en contra del ingreso de China a la ONU. Se aducen para ello, argumentos que iban desde la conveniencia de mantener el equilibrio en la guerra fría, hasta razones de estrategia militar para salvaguardar la seguridad y la precaria paz en el mundo.
La historia ha mostrado la certera visión cargada de futuro de las posturas de quienes aún en la situación política mundial de aquellos años, sostuvieron el principio de reconocimiento a una nación que hoy ocupa un lugar preponderante como primera potencia económica mundial y se ha erigido en uno de los pilares fundamentales en la superación de las crisis financieras que han afectado al mundo entero. Con una impresionante contribución al comercio mundial y para México, el segundo socio en intercambio comercial.
Después del establecimiento de relaciones diplomáticas en 1972, la cooperación económica, científica y tecnológica de China y México son aún un reto y desafío por alcanzar, porque la relación de China como primera potencia económica de este Siglo tiene mucho que aportar en temas de inversión y desarrollo tecnológico en nuestro país, en el marco de los acuerdos firmados sobre comercio, colaboración científica, transporte marítimo, créditos bancarios, cooperación social, económica, energética y agropecuaria.
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Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo
Organismo No Gubernamental consultivo de la ONU.