La estrategia de seguridad recientemente presentada por la presidenta Sheinbaum pone un énfasis relevante en la creación y fortalecimiento de fuerzas de tarea especializadas; una medida que, aunque antes usada en el ámbito de la seguridad pública, tiene ahora el potencial de generar un cambio significativo en el combate a la delincuencia organizada a fin de que se intenten nuevos mecanismos al enfrentar la violencia y la delincuencia.

Estas fuerzas de tarea estarán integradas por elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional, la Secretaría de Marina y la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, y actuarán con un enfoque prioritario en las zonas más afectadas por la violencia. El objetivo es que estas unidades no sólo sirvan como una fuerza disuasoria, sino que puedan realizar operaciones quirúrgicas basadas en inteligencia, lo que permitirá una intervención más eficaz y precisa contra los grupos delictivos que operan en distintas regiones del país.

La presencia de estas fuerzas en áreas de alta incidencia delictiva, como los municipios peligrosos de Tijuana, León, Celaya y Acapulco, entre otros, tiene la finalidad de neutralizar a los grupos criminales que han establecido sus centros de operaciones en estas zonas. Sin embargo, es necesario subrayar que la sola presencia de estas unidades no será suficiente. Las fuerzas de tarea deberán actuar de manera rápida y coordinada con las fiscalías y los órganos judiciales para asegurar que las detenciones deriven en investigaciones y procesos legales efectivos.

Otro desafío será garantizar la continuidad de las operaciones. En numerosas ocasiones, los esfuerzos iniciales para reducir la violencia en ciertas áreas han sido exitosos, pero la falta de seguimiento ha permitido que los grupos criminales se reorganicen y retomen el control. Para evitar este ciclo, es imprescindible que las fuerzas de tarea mantengan una presencia constante y que las operaciones sean revisadas y ajustadas conforme a las necesidades específicas de cada región.

Un aspecto que no puede ignorarse es la necesidad de combatir la corrupción dentro de las propias instituciones de seguridad. Para que las fuerzas de tarea cumplan su objetivo, es esencial que sus integrantes sean seleccionados y capacitados bajo estrictos estándares, con controles internos que impidan la infiltración del crimen organizado. La corrupción ha sido, históricamente, uno de los mayores obstáculos para el éxito de las operaciones de seguridad en México, y cualquier estrategia de fortalecimiento de las fuerzas de tarea debe incluir mecanismos efectivos de supervisión y rendición de cuentas.

Es claro que el fortalecimiento de las fuerzas de tarea será una herramienta poderosa en la disuasión y neutralización de los grupos criminales; pero sin una estrategia complementaria que fomente el desarrollo económico y social de las comunidades más afectadas, los avances serán temporales. Por lo mismo, el éxito de estas fuerzas radicará no sólo en su capacidad operativa, la coordinación interinstitucional, la continuidad de su despliegue y la adecuada supervisión de sus acciones, sino también en la conjunción de esfuerzos entre desarrollo y seguridad.

Abogado penalista

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