Si usted encabezara el Poder Ejecutivo, ¿cuál sería su primera decisión para erradicar la delincuencia organizada? Asumiendo, con base en datos, que la guerra, la connivencia y la tolerancia han sido insuficientes a lo largo de los últimos sexenios, al igual que la distribución de dinero en programas sociales y la anhelada prevención basada en la sanción de graves delitos, ¿qué medidas adoptaría en su primer día de mandato para poner fin a la espiral de violencia, crueldad e impunidad que caracteriza a las organizaciones criminales en todo el territorio mexicano? ¿Cómo rescataría la gobernabilidad en las regiones que la han perdido? ¿Qué haría para proporcionar seguridad, paz y una auténtica oportunidad para que las personas puedan concretar sus planes de vida? En fin, ¿cómo lograría transformar a México en un país que deje de figurar como uno de los más peligrosos e impunes del mundo?
Yo le sugeriría enfocarse en evitar que lleguen armas de fuego a las organizaciones criminales. Si, es una obviedad, pero, si lo pensamos bien, ¿qué daño podrían hacer los cárteles sin las armas de fuego con que cuentan, por cierto, de enorme poder letal? Muy poco, por no decir que ninguno. La barbarie que ya describe a la delincuencia organizada en México es claramente proporcional al tipo y cantidad de armas de fuego existentes en sus interminables arsenales. Entonces, por lógica, sin sus armas, las organizaciones criminales no podrían extorsionar comunidades, apropiarse de la gobernabilidad, traficar drogas, secuestrar, violar, matar… en fin, cometer impunemente los delitos que más nos afectan como sociedad, de los que a diario tenemos noticia. Entonces, las policías podrían actuar en el mantenimiento del orden y la paz públicos, y las fiscalías y tribunales podrían desempeñar su trabajo sin temor a represalias. En resumen, los índices de criminalidad, que nunca desaparecerán por completo de ninguna sociedad, dejarían de perturbar la vida cotidiana de cientos de miles de personas, como ocurre hoy en nuestro país.
Para lograr tan importante cometido, le aconsejaría no perder el tiempo limitándose a lograr que las naciones vecinas detengan el flujo de armas ilegales hacia México, ni a conformarse con la ilusión de que endurecer las penas detendrá a las organizaciones proveedoras. La experiencia ha demostrado que estas medidas no han tenido éxito a pesar de los intentos previos. Entonces, sin descartar programas de control de armas y colaboración internacional, le sugeriría fortalecer las actuales capacidades de inteligencia y de coordinación entre nuestras fuerzas de seguridad pública a fin de evitar, identificar y desmantelar los arsenales de las organizaciones criminales, dejándolas sin las armas que tanto poder les otorgan.
Sin lugar a dudas, le diría, ha llegado el momento de dar un paso de veras audaz hacia un futuro más seguro para todos los mexicanos. De recuperar la seguridad, la gobernabilidad y devolver la esperanza. De que México se una a la lista de naciones que han logrado abordar con éxito la criminalidad -porque si otros países han podido, nosotros también. Ese paso audaz, concluiría, está claro: desarmar a la delincuencia organizada. ¿O no?
Abogado penalista
X: @JorgeNaderK