Desde hace unas semanas, ha causado furor la aparición del libro “El rey del cash, el saqueo oculto del presidente y su equipo cercano”, de Editorial Grijalbo, escrito por Elena Chávez, que salió a la venta el pasado lunes. Según la mercadotecnia alrededor de la publicación y el prólogo escrito por Anabel Hernández, las revelaciones de la autora “marcarán un antes y un después en la historia de Andrés Manuel López Obrador, y en la de sus más cercanos colaboradores”. Tanto así, que la autora advierte que ha guardado información como medida de seguridad, de su vida y de su familia, que “se hará pública si, por coincidencia, al sacar este libro, algo me pasara”.

Así entonces, uno se imagina que el libro pondrá al descubierto hechos y circunstancias concretas que pintarán al entonces candidato López Obrador como si fuera Rico McPato nadando en un mar de dinero en efectivo que después hará llegar estratégicamente a políticos, empresarios, líderes sociales e intelectuales para comprar su apoyo en la consecución de sus aviesas intenciones de convertirse en presidente de México. Uno se imagina también que la autora desvelará cuándo y cómo constató que Marcelo Ebrard, Mario Delgado, Miguel Mancera, Delfina Gómez, José María Riobóo y otros desviaron recursos públicos y los entregaron en efectivo a Alejandro Esquer para que éste, por conducto de Gabriel García, se encargara de administrarlos. Finalmente, uno también se imagina que al menos se señalarán las pistas que ayudarán a que las autoridades encargadas de investigar y perseguir los delitos encuentren las pruebas y hagan su trabajo.

Pero nada de eso sucede. Desde el principio del libro la autora aclara que ella no fue “cómplice ni recaudadora” y a lo largo del libro consta que lo que narra lo supo por los dichos de su pareja sentimental, César Yáñez. Ella nunca vio el dinero que se entregaba a manos llenas al equipo del otrora candidato López Obrador ni intervino directa o indirectamente en acciones de desvío de recursos. Es más, al final del libro reconoce que a partir de 2016 ya no tuvo información sobre las andanzas de López Obrador, pero que aún así “estaba convencida” de que no sólo seguía con sus prácticas ilegales en cuanto a allegarse de dinero, sino que las había reforzado con un pragmatismo total y acuerdos con los poderosos de este país. O sea: a la autora no le consta nada de lo relatado en su libro sobre el desvío, entrega y destino de las carretonadas de dinero en efectivo a las que se refiere. Punto.

Fuera de las -en verdad pocas- referencias al cash, el libro está lleno, eso sí, de anécdotas más bien políticas que le tocó vivir a la autora durante las dos primeras campañas presidenciales de López Obrador, en una narrativa bien construida con la que de paso comunica su postura personal en

contra frente al movimiento hoy convertido en gobierno. Pero ese testimonio, por valioso y respetable que sea, no justifica, la verdad, el título del libro ni la mercadotecnia alrededor de él.

En fin, qué bueno que se escriban libros de toda orientación; que no estemos lamentando acciones de censura y que exista apertura para expresar ideas. Qué bueno que algún día esos libros sirvan para construir investigaciones penales. Pero en el caso de “El rey del cash…”, me parece que la autora nos quedó a deber.

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Jorge Nader Kuri, abogado penalista
@JorgeNaderK

 

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