La violencia e inseguridad en México no solo afectan a las víctimas directas, sino también a toda la sociedad. A pesar de los esfuerzos por combatirlas, lo cual no se puede regatear, datos del Observatorio Nacional Ciudadano revelan una ominosa realidad: a nivel nacional, se han elevado históricamente las cifras de abuso sexual, violencia familiar, narcomenudeo, trata de personas y otros delitos que atentan contra la libertad. Según el reporte, y como no podría ser de otra manera, los datos demuestran que las estrategias sobre violencia e inseguridad no están frenando la escalada delictiva y que, más aún, la tendencia se mantiene pronunciadamente al alza.
Son hallazgos y conclusiones hasta cierto punto esperables pues diariamente tenemos noticia de atentados armados, asesinatos, enfrentamientos con grupos delictivos, desapariciones y toda suerte de delitos violentos, muchas veces a la vista de todos. Frente a ello, hoy más que nunca, la paz, la seguridad y nuestros derechos y libertades se encuentran en grave riesgo, por lo que urge implementar medidas efectivas para proteger a la población y combatir el crimen desde la determinación de las causas y hasta la imposición de sanciones eficaces, pasando por su disuasión y efectiva persecución.
¿Qué tienen que decirnos quienes aspiran a gobernarnos frente a los 27.6 millones de delitos asociados a 21.2 millones de víctimas, sólo por lo que hace a 2020? ¿ante la cifra negra, que está en el orden del 93.3 por ciento y que significa, a escala nacional, que 9.3 de cada 10 delitos no son denunciados? ¿Qué opinan sobre la ingobernabilidad de buena parte de nuestro territorio por la ocupación violenta de la delincuencia organizada, que pone y quita con asombrosa impunidad? ¿El México que anhelan reeditará una guerra, revivirá la incompetencia o seguirá repartiendo abrazos?
En el contexto crítico en que nos encontramos, es fundamental que los candidatos a la presidencia aborden de manera transparente y detallada su enfoque para enfrentar la compleja problemática de la violencia y la inseguridad en México. En todo caso, deben trascender de los discursos superficiales y presentar planes de acción tangibles: la alta incidencia de inseguridad no sólo requiere medidas punitivas, sino también estrategias preventivas y enfoques integrales que aborden las raíces del problema. La transparencia en cuanto a quiénes les asesoran en la materia y la colaboración con expertos en seguridad son elementos necesarios para generar confianza respecto a la capacidad para abordar este desafío nacional. Además, sería esclarecedor conocer sus propuestas para fomentar la participación ciudadana en el diseño y evaluación de políticas públicas
sobre seguridad pública, así como para promover la colaboración entre los diferentes niveles de gobierno, independientemente de filias y fobias partidistas.
Sin embargo, más que las típicas promesas, los ciudadanos necesitamos compromisos claros y acciones concretas, probadas, innovadoras y eficaces para salvaguardar la paz y la seguridad, los derechos y libertades, y la estabilidad social y económica de México. No se trata de un asunto menor. Quizás sea el más importante por venir. ¿O queremos seguir viviendo en uno de los países documentadamente más inseguros del mundo?
Jorge Nader Kuri, abogado penalista. X: @JorgeNaderK