Es tiempo de reinvindicar al arte. De extender sus posibilidades y riqueza en el formal ámbito académico y en la ciencia.
Nuevas investigaciones proponen un enfoque radicalmente reformado de la educación, en el que incluyan temas trascendentales para enfrentar el futuro, como el cambio climático, seguridad alimentaria e inclusión y heterogeneidad. También proponen la ruptora de silos tradicionales entre asignaturas, porque todas se correlacionan unas con otras. Una de las alianzas más llamativas es el binomio arte-ciencia.
El argumento que sostiene esta postura es que ambas permiten enfrentar los problemas del mundo real y arraigarse en las experiencias de los alumnos.
El modelo se inspira en polímatas renacentistas como Leonardo Da Vinci. Desde diferentes disciplinas se pretende acceder al conocimiento. Eso es lo que formará la columna vertebral de los estudiantes del futuro y ya se emplean exitosamente en los sistemas educativos de Finlandia.
Difuminar los límites de las materias es el planteamiento más cercano para reparar a los estudiantes a los problemas de vida y generar herramientas para resolver crisis futuras. Este enfoque tiene un trasfondo pragmático muy importante, se trata de escarbar soluciones para la vida real y cotidiana, de sacar el conocimiento de las aulas y llevarla a distintas geografías, de generar nuevas ideas y volver el conocimiento una herramienta de vida. Esto implica, por supuesto, que tenga la versatilidad necesaria para adaptarse a distintas condiciones del entorno.
Y esto nos lleva de vuelta a Da Vinci, que combinó diferentes disciplinas para avanzar en el conocimiento y resolver problemas. En este momento en el que sabemos que debemos educar para un futuro incierto, en el que no podemos precisar que conocimientos, habilidades y destrezas se requerirán, es necesario crear los marcos referenciales que permitan crear soluciones a lo que aún no aparece.
Así, las profesiones se transforman. No requieren asignaturas inamovibles y limitadas, sino que se abren las posibilidades a pensar de una manera holística en la que se integren habilidades de ambos hemisferios cerebrales. El arte requiere a la ciencia y a la inversa, la tecnología no se acota a conocimientos matemáticos, sino que debe desplegar su influencia a nuevos usos y maneras de integrarse a la vida comunitaria.
Necesitamos un enfoque radicalmente diferente del conocimiento. Requerimos planteamientos en los que se logren involucrar arte con ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Por supuesto, esto implica un cambio importante de las concepciones lineales donde las materias se enseñan por separados.
El reto es cómo involucrar a los alumnos con temas unificadores y transversales. Esto podría implicar el uso imaginativo del espacio y los recursos, y vínculos más estrechos entre las escuelas y sus comunidades.
Un enfoque transdisciplinario mejora la adquisición de habilidades clave por parte de los alumnos. Llegó una era de creatividad y tecnología exacerbada. Esto, necesariamente, debe reflejarse en las aulas.