Además de dos conflictos armados internacionales de impacto global, el mundo enfrentará en 2024 tanto con crisis y desastres como oportunidades y, en general, la incertidumbre que generan las rivalidades cambiantes y los nuevos acomodos geopolíticos. México además tendrá que lidiar, en año electoral, con daños autoinfligidos, las peculiaridades de América Latina y las ventajas y desventajas de la vecindad con EU. ¿Cuáles serán los mayores retos para nuestro país?

1) Navegar con los menos daños posibles la campaña presidencial en EU. Se ha desatado una competencia entre políticos republicanos por hacer la propuesta más absurda y agresiva contra México para cerrar el paso a la migración y detener el tráfico de fentanilo. La calentura ejerce una enorme presión sobre la administración Biden, como vimos con los cierres fronterizos y la inusual visita navideña a nuestro país de altísimos funcionarios estadounidenses. México se ha convertido así en pieza central de la campaña presidencial en EU fungiendo de piñata, a costa de la relación bilateral y de la imagen de nuestro país al otro lado de la frontera. El panorama luce más complicado, si se puede, al coincidir con la incertidumbre de las elecciones en México y de la transición gubernamental. Pero todo ello palidece ante a la posibilidad de que Trump sea elegido presidente de nuevo como algunos, desde el Kremlin hasta Palacio Nacional, parecen desear.

2) Revertir el aislamiento de México en América Latina. México se ha ido quedando solo en su cruzada contra las Misiones de Observación Electoral de la OEA y sus continuos ataques a la organización. El intervencionismo a la carta de López Obrador en la política doméstica de Bolivia, Colombia, Perú y Argentina, sus pleitos con la presidenta de Perú, su negativa a condenar las violaciones de derechos humanos en Nicaragua, su papel de comparsa de los regímenes de Díaz Canel y Maduro, han dejado a México muy cerca de Cuba y Venezuela, pero cada vez más aislado en el hemisferio.

3) Recuperar el prestigio de la política exterior mexicana en el mundo y la confianza de socios y aliados. Con sus ausencias de los grandes eventos internacionales, propuestas multilaterales disparatadas, críticas y ataques a países amigos y organismos internacionales, López Obrador ha logrado diluir el prestigio de México en el mundo. Nuestro país también ha perdido la confianza de socios y aliados como resultado del incumplimiento de obligaciones internacionales, la ambigüedad del presidente ante conflictos internacionales, su coqueteo con líderes autoritarios y su falta de compromiso con la democracia y los derechos humanos.

4) Firma y ratificación de nuevo Acuerdo Global México-Unión Europea. Diferencias en uno y otro lado han impedido firmar y ratificar el instrumento finalizado en abril de 2020 tras varios años de negociaciones. No sería extraño que, con la renovación del Parlamento Europeo en mayo, suban de tono las voces de quienes se sienten incómodos con la fragilidad del Estado de derecho (“no me digan que la ley es la ley”) y la erosión democrática en México, empantanado el proceso. No es exagerado afirmar que el futuro comercial y también político de la relación entre nuestro país y el bloque depende del acuerdo renovado.

5) Aprovechar la ventana de oportunidad de la relocalización de cadenas productivas (aka  nearshoring). Aunque la inversión extranjera directa (IED) en México se ha recuperado a niveles pre-pandémicos, no se han logrado igualar los números de hace una década. Si bien la mayor parte de especialistas atribuye el reciente incremento de IED al nearshoring, México compite con otras economías que se han beneficiado más del fenómeno, comenzando por el propio EU e incluyendo a países como Vietnam (que recibe la mitad de IED que México con una economía de poco más de una cuarta parte), o Canadá y Brasil que, pese a su conocido proteccionismo, es destino de 2.4 veces más de IED que nuestro país. Es claro que México no ha aprovechado plenamente el potencial del nearshoring debido a la escasez de energías limpias y carencias en infraestructura útil y eficiente (no aeropuertos aislados, trenes de pasajeros subsidiados o refinerías), seguridad pública y, sobre todo, seguridad jurídica.

No parece poca cosa…

Diplomático de carrera por 30 años, fue embajador en ONU-Ginebra, OEA y Países Bajos

@amb_lomonaco

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