Haiga sido como haiga sido, México no tuvo más remedio que romper relaciones con Ecuador tras la violación de la inmunidad de la embajada de nuestro país en Quito. El siguiente paso natural era la demanda interpuesta por México ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) por violaciones de Ecuador al derecho internacional.
Hoy inician las audiencias sobre el caso en la CIJ. Se limitarán a las medidas provisionales solicitadas por México. Se trata de una serie de cuestiones prácticas para garantizar la protección y seguridad de las instalaciones diplomáticas y sus archivos, así como el acceso para desocupar los inmuebles. La CIJ seguramente concederá las medidas provisionales porque se trata de cuestiones razonables y porque no prejuzga sobre el fondo de la demanda. En otras palabras, no se tratará de una victoria sobre Ecuador como quizás se trate de vender a unas semanas de las elecciones.
Desde el punto de vista retórico, el gobierno ha puesto énfasis en la suspensión de Ecuador de la ONU. El propio presidente se encargó de dejarlo claro cuando, en una de sus diatribas mañaneras y con profunda ignorancia, afirmó que si la ONU no “expulsa” a Ecuador “va quedar como florero, un adorno” y será “el mundo de los gorilas”. López Obrador parece olvidar que, durante su gobierno, México se negó a apoyar la suspensión, en órganos subsidiarios o regionales por agravios muchísimo más graves, de Rusia como miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU y como observador ante la OEA tras la invasión a Ucrania, o de Irán en la Comisión de la ONU sobre la Condición de la Mujer en respuesta a la represión de protestas. En pocas palabras, “un mundo de gorilas” dominado por rusos e iraníes. Para justificar estas posiciones, funcionarios mexicanos argumentaron, entre otras cosas, que expulsar o suspender a un gobierno de un órgano multilateral resulta contraproducente y que, “por razones de principio”, México no lo hace…aunque en el pasado haya apoyado iniciativas similares (Sudáfrica en 1974, Honduras en 2009, Libia en 2011, por recordar solo algunas).
Más allá de que se trata de un doble rasero, queda claro que la CIJ no ordenará suspender a Ecuador de la ONU ni ahora ni cuando resuelva el fondo de la demanda por ser una medida desproporcionada y poco pertinente. La Asamblea General o el Consejo de Seguridad de la ONU tampoco tomarán una decisión de esa naturaleza, como mostró la falta de apoyo en la mismísima CELAC. Es probable que los expertos de la Cancillería se hayan visto obligados a incluir -de manera por demás creativa- la suspensión a Ecuador en la demanda ante la CIJ para satisfacer la instrucción de López Obrador, quien parece determinado a que el gobierno del país sudamericano pague un precio muy alto.
En contraste, la entrega del ex vicepresidente ecuatoriano Jorge Glass, asilado por nuestro país, quedó fuera de la demanda mexicana ante la CIJ, a pesar de ser el origen y corazón de la disputa entre ambos países. Así ha sido quizás porque dejó de ser prioritario para México o porque había un alto riesgo de que la Corte la declarara inadmisible. En su lugar, solicitó a Suiza y la iglesia católica interceder ante el gobierno ecuatoriano. No queda claro cual sería el incentivo para que Ecuador entregue a Glass después del resonado triunfo del presidente Noboa en el referéndum sobre enmiendas constitucionales en materia de seguridad, celebradas apenas unos cuantos días después de la irrupción en la embajada mexicana en Quito.
En algunos años, la CIJ concluirá que Ecuador violó el derecho internacional y ordenará algún tipo de reparaciones al daño moral causado, incluyendo una disculpa…a menos que, por las razones que sea, México y Ecuador lleguen a un entendimiento bajo nuevos liderazgos, nuestro país decida retirar la demanda, ambos gobiernos restauren sus relaciones y decidan dar vuelta a la página.
Diplomático de carrera por 30 años, fue embajador en ONU-Ginebra, OEA y Países Bajos
@amb_lomonaco