En buena medida, el futuro inmediato y mediato de México será moldeado por dos elecciones. La primera ya se celebró, el pasado 2 de junio. El resultado fue contundente en favor del oficialismo, aunque tanto los actores (quienes formarán parte del gobierno) como los espectadores (los demás) estén aún en proceso de entender a fondo las implicaciones.

La otra apenas se llevará a cabo el 5 de noviembre. Se celebrará en otro país pero, sea cual sea el resultado, tendrá un impacto sin precedentes en México. De cara a ella, el jueves pasado tuvo lugar el primer debate entre Joe Biden y Donald Trump. Se trató de un encuentro que, contrario a la costumbre, se celebró muy temprano en el calendario electoral, incluso antes de que ambos sean formalmente nominados como candidatos. La campaña demócrata insistió que así fuera como parte de una estrategia para disipar de una vez por todas dudas sobre la salud de Biden y su capacidad para gobernar otros cuatro años. Se trataba de una apuesta de alto riesgo. Salió muy mal. Biden apareció distraído, desorientado, desconcertado. Su tartamudeo se hizo más evidente, equivocó cifras, confundió términos, mezcló temas. Cuando no bajaba la cabeza mostraba la mirada perdida. Su expresión lo decía todo.

La conmoción fue tal que el propio Trump, sorprendido, fue menos patán que de costumbre. Ello no le impidió mentir descaradamente sobre todo tipo de cuestiones, evadir preguntas y hacer planteamientos absurdos o escandalosos. Pero muy pocos se preocuparon en contrastar posiciones entre ambos candidatos porque la sustancia de lo que se discutió quedó totalmente opacada. El establishment demócrata reaccionó con pánico. Donantes, operadores políticos, candidatos a otros puestos urgieron a Biden a retirarse de la campaña. Figuras de los medios, ya fuera simpatizantes del presidente o críticos acérrimos de Trump, se sumaron al llamado lo mismo en tertulias de televisión que en artículos de opinión en los principales diarios, incluyendo los consejos editoriales del New York Times y The Economist. En este contexto, se llegó incluso a especular que el Partido Demócrata habría insistido en adelantar el debate para exhibir a Biden y así tener argumentos para sustituirlo como candidato.

Apenas terminó el encuentro comenzaron a circular nombres de potenciales remplazos. La lista la encabezan Michelle Obama, Kamala Harris y los gobernadores Gretchen Whitmer, Gavin Newsom y Josh Shapiro. Naturalmente, la vicepresidenta y los gobernadores se vieron forzados a defender vigorosamente a Biden y exigir lealtad al presidente. A su vez, los expresidentes Clinton y Obama cerraron filas con Biden en un esfuerzo por acallar especulaciones y tranquilizar. Por su parte, el presidente inició un proceso de control de daños en Carolina del Norte con un discurso brillante, por momentos autocrítico, en el que de manera emotiva, apasionada e inspiradora rechazó retirarse y aseguró que ganará la elección. ¿Se trata del fin de la carrera política de Biden como algunos analistas, militantes y políticos han afirmado? A siete semanas de la Convención del Partido Demócrata en la que se ungirá formalmente el candidato presidencial, ¿será factible, conveniente, necesario, sustituir a Biden? Por lo pronto, tendrán que pasar algunos días para medir con mayor precisión la profundidad del daño causado por el debate a la campaña del presidente.

Biden parecía ser la mejor esperanza para impedir el regreso de Trump. No está claro si todavía lo podrá hacer o si resultaría mejor una alternativa. En todo caso, millones de personas en EU, pero también alrededor del mundo, estamos convencidos de que una nueva presidencia de Trump sería un desastre para la democracia, Occidente y la convivencia internacional. Para Medio Oriente, Ucrania y sí, también para México, lo que está en juego es mucho más. Si bien la naturaleza transaccional de Trump resultó cómoda para López Obrador, fue enormemente dañina para nuestro país. Pero en México, a pesar de ello, muchos parecen resignados, mientras que otros encuentran ventajas personales o políticas en un potencial regreso de Trump a la Casa Blanca. No da la impresión de que estén midiendo bien las consecuencias.

Diplomático de carrera por 30 años, fue embajador en ONU-Ginebra, OEA y Países Bajos

@amb_lomonaco

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