Al inicio del año pasado nos preparábamos para atender y dar seguimiento, entre otros asuntos, a la implementación del nuevo tratado comercial T-MEC.

Las noticias de enero y febrero del 2020 hablaban de un nuevo virus muy letal, que tenía su origen en China y se esparcía rápidamente por el mundo; no obstante, en ese momento se veía muy lejano de NY, ciudad en donde nadie estaba realmente preocupado, menos aún ocupado en el tema. Sin embargo, para las primeras semanas de marzo, los casos de España e Italia empezaron a generar mayor atención, dado que ambos países reportaban serios problemas de contagios y decesos de una enfermedad desconocida.

Aun así, las cosas no cambiaron mucho en esos días. Las actividades cotidianas continuaron de manera ordinaria, lo cual incluía la transportación pública que se calcula es de 8 millones de personas que entran, salen y transitan en Manhattan todos los días, sea en barco, taxi, coche, camión, tren, metro o funicular. Si agregamos que el área tiene tres aeropuertos, que reciben millones de personas al año, era cuestión de tiempo para que la tragedia se manifestara.

Los primeros contagios se registraron a finales de febrero y, para mitad de marzo, los primeros dos decesos; luego, la cifra se incrementó exponencialmente, hasta que llegamos a más de mil muertos por día el 14 de abril, a menos de un mes de haberse iniciado el confinamiento obligado, que pensamos inicialmente sería de 15 días. Duró 4 meses.

De esta manera, en menos de 30 días, NY se convirtió en el epicentro del Covid-19 a nivel mundial. Más contagios, más hospitalizados y más muertos, con el consecuente colapso de los hospitales y demanda inusitada de médicos, medicinas, respiradores, morgues, agencias funerarias, registro civil para expedir actas de defunción y fosas comunes. Y en los efectos colaterales, ante una economía que depende de la alta fluctuación de personas, negocios cerrados y una larga lista de personas sin trabajo. Pérdidas familiares y económicas, con desempleo y un confinamiento prolongado, y sin apoyos de los gobiernos locales, también dio como resultado una merma emocional y mental muy severa en la comunidad.

Según cifras oficiales, sólo en la ciudad de NY han muerto más de 30 mil personas. De éstas, se calcula que 34% son de origen hispano, dentro de las cuales la comunidad más afectada fue la mexicana. Ante la magnitud del problema, el canciller Marcelo Ebrad, por medio del Consulado, ofreció el más amplio apoyo a las familias de connacionales que solicitaran ayudas en sus gastos funerarios, repatriación de familiares fallecidos y otros auxilios para atender necesidades inmediatas de alimentación para las personas con gran necesidad económica. Apoyos que fueron indispensables para los paisanos no documentados que, por razón de su estatus migratorio, no tienen soporte alguno de los programas federales, estatales o municipales.

Un año después el panorama es más alentador y hoy NY se recupera a pasos acelerados y cuenta con una campaña de vacunación muy amplia, a grado tal que, al día, se registra una notable reducción de casos positivos (6.7%), hospitalizaciones y decesos. El gobierno estatal ha anunciado que en breve seguirá el proceso de mayor apertura para reactivar la economía y, con ello, restablecer en su totalidad otros servicios esenciales para la población.

También, y gracias al apoyo de la Cancillería de México, seremos el primer consulado en NY que ofrecerá vacunas a todos los mexicanos que sean residentes o trabajen en la ciudad, no importando su estatus migratorio, y que califiquen según los criterios sanitarios. Una luz que dará protección a los paisanos que más lo necesitan, porque en su calidad de trabajadores esenciales han sido los que más han dado a Nueva York, al lado de los médicos y enfermeras, en  la peor parte de la epidemia
  

Cónsul General de México en Nueva York.
@Jorge_IslasLo