El jueves pasado, se presentó el ballet folklórico de México de Amalia Hernández en el State Theatre de la ciudad de New Brunswick, New Jersey, con un amplio repertorio que abarcó desde bailables mesoamericanos, de la época virreinal, porfirista, de la revolución, hasta música infantil de los años cincuenta del siglo pasado. Un espectáculo de dos horas lleno de color, movimiento, sonido, armonía grupal y un ambiente muy festivo, que refleja el espíritu con el que expresamos nuestras emociones y tradiciones culturales.
Se trata de un evento musical y dancístico que resume en 120 minutos, las diversas épocas y regiones de México, con un grupo de jóvenes bailarines que ejecutan todas sus rutinas con impecable precisión, ritmo, armonía y también, con gran toque de alegría, que logran transmitir a todo el auditorio, al grado de poner a bailar o cantar a buena parte de los espectadores.
El momento cúspide es cuando casi al final de la presentación, vestidos de mariachis y adelitas, después de haber bailado un popurrí de música vernácula, se acercan en una misma hilera hacia el público, para arrojar serpentinas y gritar al unísono: ¡Viva México!
Este tipo de eventos logran dos propósitos inmediatos, con independencia de la parte artística y cultural. Por un lado, le dan un sentimiento de fuerza y orgullo a la comunidad mexicana que vive en la zona, que, en su mayoría, son migrantes indocumentados. Nos cae muy bien recibir amplio reconocimiento de otras diásporas, porque permite tener acercamiento y un mejor entendimiento de la historia, cultura, tradiciones y costumbres que tenemos y ofrecemos al mundo. En un lugar con amplia presencia comunitaria, también impacta en lo económico, porque surge la posibilidad de recibir en los negocios de comida y artesanías principalmente, nuevos comensales y compradores.
Esto con el tiempo, genera confianza e integración social, indispensable para lograr mejores condiciones y oportunidades en el desarrollo de nuestras comunidades que han decidido hacer su vida presente y futura en los EUA.
La ciudad de New Brunswick es probablemente la segunda ciudad de NJ, con más comunidad mexicana en todo el estado, sólo por debajo de Passaic, en donde se calcula, está la mayor concentración de mexicanos por densidad demográfica de toda el área triestatal.
El segundo propósito que se obtiene es la posibilidad de sensibilizar a los locales sobre la importancia y grandeza de nuestra cultura e historia. La capacidad de entablar un diálogo de entrada muy persuasivo, que invita a relajar los estigmas preconcebidos infundadamente.
Por medio de la diplomacia cultural o también llamado soft power, se construyen puentes de comunicación y entendimiento para conocer y saber más de una comunidad que es grande en cantidad, y que hace aportaciones económicas importantes para la ciudad en la que por las diversas razones que sean, comparte un espacio público con los habitantes locales, y con ello intereses comunes, para tener mejor seguridad, educación, infraestructura, entre otros.
Si en efecto para el año 2035 la comunidad mexicana está llamada a ser la primera minoría de los EUA, qué mejor que desde ahora se conozca en ciudades menos plurales, diversas, multiculturales y multiétnicas, las raíces y grandes aportaciones con las que contribuyen a desarrollar un lugar de convivencia común, para vivir armónicamente con dignidad, respeto e integración social. Qué dicha nuestra cultura y nuestro folklore.
@Jorge_IslasLo