Leí en la semana una nota del New York Times en la que se demuestra con datos duros que EUA es el país que más masacres ha tenido por causas atribuibles al disparo de armas de fuego en contra de gente inocente, lo cual incluye niñas y niños, diversas minorías étnicas, religiosas, de género, entre otros grupos vulnerables.
Es un análisis que comprende únicamente países considerados como altamente desarrollados económicamente. Entonces es la democracia con alto nivel económico y social, que más delitos tiene con arma de fuego, y con mayor número de decesos y heridos, en comparación con otros países llamados del primer mundo.
El número de casos registrados desde los años 70´s a la fecha, es amplio y el patrón más o menos ha sido el mismo. Un tirador solitario, con arma de grueso calibre dispara en lugares públicos en donde hay concentración de personas, causando daños irreparables en la comunidad, por la violencia desplegada y las heridas que quedan para toda la vida.
En los días previos fuimos testigos virtuales de las desgracias sucedidas en una escuela pública de Uvalde, Texas, y en el metro de Nueva York, en donde una persona, hijo de padres mexicanos, fue asesinado de un disparo en el pecho, sin que hubiera mediado causa alguna, salvo la mala fortuna de haber estado en el lugar equivocado en la hora equivocada, con la persona equivocada.
Si el fenómeno está claramente identificado, ¿por qué razón se repiten las mismas escenas? ¿Cómo prevenir y evitar estas posibles situaciones de alto riesgo?
Es muy probable que las respuestas requieran diversos apoyos, para mejorar el estado de las cosas, no obstante, hay dos elementos que hacen muy difícil que, en el futuro cercano, las cosas puedan ser diferentes.
En primer lugar, la amplia libertad y escasa regulación para adquirir armas en los EUA, es producto de la enmienda segunda de su Constitución. Forma parte de lo que es mejor conocido como su catálogo de derechos fundamentales, y esencialmente, permite el derecho a poseer y portar armas de manera individual, como parte de la legitima defensa que puede hacer valer una persona en caso necesario. Diversos precedentes judiciales, han ratificado este derecho y principio una y otra vez, lo cual ha repercutido en sus instancias legislativas, en donde no hay amplios consensos para establecer nuevas leyes, que hagan más limitado este comercio, y agregaría también, para hacerlo más responsable socialmente.
El segundo factor que creo ha potencializado este fenómeno que encuentra su base en la propia Constitución , es la información que indiscriminadamente circula en las redes sociales, sin filtros ni restricciones de ningún tipo. Me refiero a las plataformas en las que, por medio de un algoritmo, hacen un perfil de un usuario que consume contenidos que pueden ser de odio y violencia . Para aumentar su dependencia a dicha red, lo bombardean constantemente con información que lejos de distanciarlo de la violencia, lo pueden acercar e incitar aún más, a que potencialmente lleve a cabo atrocidades como las que hemos visto. Sabemos de sus intenciones, motivaciones o acciones realizadas, porque en muchos casos han dejado huellas en las redes, para justificar su actuación.
Hegel decía que por la palabra libertad debemos de entenderla como la ausencia de restricciones. Sólo en principio, porque cuando hay una anarquía que pone en riesgo nuestras vidas, así como la sana convivencia social, entramos a un juego de ruleta, del azar y del destino, en donde no habrá libertades, sino fatalidades.
Cónsul General de México en Nueva York.
@Jorge_Islas Lo