Al menos hay dos formas en cómo los mexicanos conmemoramos el Día de muertos en Nueva York. En primer lugar, con los tradicionales altares con los que adornamos nuestros domicilios, para recibir, según sea el caso, el día primero a los menores y al día siguiente a los adultos.

Más o menos, se mantiene la tradición de poner veladoras, pan de muerto, fruta, papel picado, refrescos o tequila, flores de cempasúchil, cráneos de azúcar y, obviamente las fotografías de los seres queridos que ya partieron. Son ofrendas que se mantienen en la esfera privada de la casa, sin que tengan mayor incidencia en una parte de la sociedad norteamericana que en los últimos años ha mostrado mayor interés por conocer de esta festividad tan mexicana.

Una segunda forma de recordar a los seres queridos o también a los mexicanos que están en la estima popular y que ya se fueron, como es el caso de José José, es por medio de espacios públicos en donde hay una participación más amplia de la comunidad, para armar altares colectivos y con ello exponer públicamente a diversas diásporas, nuestras tradiciones y expresiones culturales, con la multiplicidad de colores, olores y sabores que tienen este tipo de ofrendas.

En adición, se aprovecha la fecha y el espacio, para que artesanos locales, ofrezcan sus productos y también, para que jóvenes mexicanoamericanos, hagan presentaciones y bailables típicos, vestidos de charros y catrinas. En algunos casos, los organizadores son muy celosos de la tradición y los altares son puestos en panteones y todo el material que se utiliza para la ofrenda colectiva es traído desde México, como es el caso de la organización Mano a Mano de NY.

Lo relevante del tema, es que estos esfuerzos cumplen con dos propósitos muy importantes para mantener vivas nuestras tradiciones con nuevas generaciones y también, para que haya un mejor entendimiento de quiénes somos, del valor e historia de nuestros usos y costumbres, que datan desde el año 2500 a.C., fecha en donde se sugiere que los zapotecas ya tenían eventos relacionados con la memoria de los muertos.

Hay una tercera expresión que está empezando a generar simpatías en los neoyorkinos. El Museo Americano de Historia Natural de Nueva York y por iniciativa de Alonso Domínguez para organizar este tipo de eventos con el consulado, recordó el día 1 y 2 de noviembre, a animales que están considerados extintos, con altares mexicanos, respetando la tradición de las ofrendas como si fueran locales. En adición, lleva a cabo un programa en donde invita a grupos comunitarios a que presenten bailables que van desde la época prehispánica, pasando por la Guelaguetza, para terminar con música de mariachis, en una de sus principales salas, en donde se encuentra suspendida en el aire, una réplica de la ballena azul.

Es una experiencia única que nos recuerda a Octavio Paz al describir la fascinación del mexicano frente a la muerte, con la que se burla, duerme y al mismo tiempo la respeta, ya que es uno de sus juguetes preferidos y su amor más permanente, con la diferencia que ahora suma a los neoyorkinos que quedan fascinados con esta expresión del México mágico y de su sincretismo único y orgulloso de sus orígenes milenarios. Qué importante que por medio de la cultura, se pueda generar un mejor diálogo que ofrezca respeto, entendimiento y tolerancia ante la diversidad. Qué importante también, para callar las expresiones violentas de odio, racismo y xenofobia.

P.S. Felicito al Licenciado Juan Francisco Ealy Ortiz, quien acaba de cumplir 50 años ininterrumpidos y exitosos como Director y Presidente de EL UNIVERSAL, el Gran Diario de México que ha contribuido de manera muy puntual a promover la libertad de expresión y el derecho a la información en el país.

Cónsul General de México en Nueva York.
@Jorge_IslasLo

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