“En un tiempo, las niñas podrán crecer pensando que no hay obstáculos para ellas por ser niñas".

Margaret Atwood.

Claudia Sheinbaum se ha convertido en una de las cinco mujeres más poderosas del mundo al arribar al gobierno de una de las quince economías más grandes del planeta. Esto aunado a que será la primera presidenta de México mujer y la representante del Ejecutivo con más legitimidad y poder, dado que los electores la respaldaron, entre otras cosas, por su congruencia entre su decir y su hacer, sus valores y los años de luchadora social al servicio principalmente de los que menos tienen.

La fuerza que le otorgaron los votantes a Sheinbaum proviene en gran medida del respaldo al Proyecto de Transformación de la Vida Nacional al que ha pertenecido durante dos décadas, así como la eficacia que ha caracterizado su experiencia como gobernante, por lo que me permito afirmar que va a ser la mejor presidenta en lo que va del siglo XXI y, sí me apuran, podemos incluir la segunda mitad del siglo XX en el cálculo. La mayoría obtenida en todas las regiones del país, con votación favorable en todas las clases sociales, en todas las edades, lo mismo en hombres que en mujeres, aumenta el compromiso, incrementa la responsabilidad, obliga a responder a expectativas creadas, a una esperanza que sigue ahí, como una llama encendida.

El triunfo electoral compromete con el electorado que te ha elegido. Compromete también con aquellos que no votaron por ti, pero que igualmente merecen un buen gobierno. No es momento de las disputas por los espacios, no es tiempo para dar codazos con el propósito de estar primero en la fila, porque la mentalidad pequeña y oportunista no ayuda; estorba y, si acaso, se tolera pasajeramente. Es tiempo de respaldar a la mujer que encabezará el Segundo Piso de la Cuarta Transformación desde todas las trincheras, para responder a las expectativas y esperanzas del pueblo soberano que son la fuente de energía para la movilización social necesaria en un ambicioso proyecto de transformación

nacional. La grandeza humana se puede medir en la victoria. No debe haber soberbia en la victoria, porque la soberbia ciega y se convierte en el tendón de Aquiles de los políticos.

El poder que le ha concedido el pueblo de México a Sheinbaum con su voto es superior al que han tenido los Ejecutivos anteriores, lo cual le permitirá ejercerlo sin ser rehén de intereses, sin estar atrapada en patrocinadores como los que suelen tener otros políticos. La experiencia en las crisis que le tocó vivir como gobernante de la capital del país a la doctora y la forma en como las fue atendiendo hasta su resolución, paso a paso, supervisando cada detalle, respondiendo con soluciones, nos muestra un perfil que también apunta a un buen gobierno.

Los pilares de la próxima administración serán: las causas de las mujeres, la lealtad a un proyecto que pone primero a los pobres, pero que es para todas y todos. La eficacia basada en soluciones, la eficiencia respaldada en austeridad y racionalidad. La capacidad de concreción, la honestidad como principio, constituyen ambas características que deberemos enarbolar los que formamos parte de su equipo.

Claudia Sheinbaum será la mejor presidenta de México, porque no aspiramos a nada menos y lo lograremos juntos sí respondemos con coherencia a su llamado, sí nos sumamos a cumplir el mandato de las urnas de trabajar incansablemente por acabar con las desigualdades, atender primero a los más necesitados, lograr tener un verdadero estado de bienestar, todo esto en su conjunto es el Segundo Piso de la Transformación.

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