«Si los diplomáticos cantaran, no habría guerras.»
Chavela Vargas
El pasado viernes 5 de abril, las fuerzas armadas de Ecuador entraron por la fuerza a la embajada de México en aquel país. Esto es un acontecimiento sin precedentes en naciones gobernadas de forma democráticamente. Ni los dictadores que hubo en Latinoamérica se atrevieron a profanar y violar sedes diplomáticas que por definición jurídica son inviolables en derecho internacional, cosa que sí hizo el actual presidente de Ecuador Daniel Noboa al dar la instrucción para que bajo la justificación de capturar al exvicepresidente Jorge Glass, quien había solicitado asilo al gobierno mexicano (que fue otorgado). Los policías ecuatorianos agredieron al personal diplomático mexicano. Los alegatos que han realizado las autoridades ecuatorianas ante la Organización de los Estados Americanos (OEA) no tienen justificación, ya que transgredieron lo señalado en la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961 y la de Caracas de 1954, que impiden a los gobiernos sedes de embajadas allanar o irrumpir en las sedes diplomáticas “sin el consentimiento del jefe de la misión”. La propia OEA hace unas horas aprobó una resolución que condena “enérgicamente” lo ordenado por Noboa con 29 votos a favor, una abstención por parte de la República de El Salvador y un voto en contra por parte de la representación ecuatoriana ante dicho organismo. El delegado de Bolivia ante la OEA dijo que: “la vulneración a la inviolabilidad de la Embajada de México en Quito es inadmisible. El expresidente no ha sido vinculado ni sentenciado por ninguna violación a la seguridad interior de aquel país (…) Esta situación amerita investigaciones internacionales.”
Solamente naciones en guerra y/o gobernadas por regímenes autoritarios han allanado embajadas. En 1973 la embajada de Estados Unidos en Irán fue tomada luego del triunfo de ayatolá Jomeini. Sus simpatizantes tomaron varios rehenes que mantuvieron secuestrados por casi dos años. En los ochenta la sede de la representación de España en Guatemala fue quemada, dejando un saldo de más de 30 personas muertas. Por último, en el 2002 un grupo de militares chinos entraron por la fuerza a un consulado nipón para llevarse por la fuerza a cinco desertores norcoreanos.
México y Ecuador son dos naciones hermanas; nos une el idioma, características culturales como la música, la gastronomía, la danza, los lazos de las culturas prehispánicas e incluso parte del legado histórico de la colonia. Yo sé que la mayoría de los ecuatorianos reprueban el agravio realizado por Noboa a los mexicanos. Sé que ellos no celebran a un gobierno que no sabe respetar y agotar los canales diplomáticos, antes de actuar por la fuerza. Puede que existan diferencias, dado que nosotros somos gobernados bajo una administración de izquierda y ellos sean dirigidos por personas de derecha. La alternancia en nuestras naciones habla de que son democracias sanas, pero el que su presidente haya actuado de forma arbitraria y en contra de la legalidad debe de preocupar al pueblo ecuatoriano.
Celebro el respaldo y las muestras de solidaridad expresadas por diversos gobiernos de distintas partes del mundo que condenaron lo instruido por Noboa. También es encomiable la actuación del personal de la embajada de México en Quito. Hago votos para que no se repitan más sucesos cómo este. La diplomacia siempre debe ser la vía para solucionar las diferencias. Más acuerdos y debates respetuosos, menos agresiones de cara al futuro entre naciones.