“¿Dónde? Bueno, pues estamos aquí, desde luego, donde siempre estamos: cada uno encerrado en su aquí desde el nacimiento hasta el día de su muerte”. La novela Baumgartner (Seix Barral, 2024), de Paul Auster, es un diálogo profundo con el Yo de cada lector. Ese Yo, del cual nos habla el autor, es desafiado por las adversidades, de la vida, que cambian de manera inexplicable el rumbo de la existencia del individuo.
Leer a Auster es transitar por los laberintos de la memoria y tratar de encontrar en el pasado las respuestas que ayuden a explicar el porqué del presente. El amor, o más específico la muerte del mismo, es el hilo conductor que desequilibra la vida de Baumgartner, profesor universitario y escritor, que tras la muerte de su esposa Anna pierde el sentido de existencia “De pronto se encontró pensando en el entierro, y allí estaba él junto con todos los demás diez días atrás, de pie sobre la tumba abierta, con el aire cargado y tempestuoso que avanzaba por la costa con sus vientos siempre crecientes…”.
El lector se cuestionará: ¿Qué sentido tiene la existencia de Baumgartner si después del fallecimiento de su esposa él murió en vida con ella? ¿Cómo se sobrelleva la vida sin la persona con la que se construyeron promesas de sueños a futuro?
La contemplación se convierte en el silencio del alma, ya que así se puede dejar a la memoria en la soledad e invitarla a plasmar las imágenes de los recuerdos “Menos mal, dijo Baumgartner para sus adentros, y gracias a Dios por aquellas delicadas sonatas matinales, cuando se despertaba con el ruido de los dedos de Anna martillando las teclas, es decir, se despertaba con el sonido de la mente de Anna cantando a través de los dedos que aporreaban la máquina, y al cabo de un mes de vivir solo en la casa vacía echaba tanto de menos aquellos sonidos que a veces iba a la máquina silenciosa y tecleaba algo –cualquier cosa– solo para oírlos de nuevo”.
¿Logrará salir del duelo el personaje? ¿Se puede volver amar después de que el cuerpo deseado y al cual se ha consagrado una pasión única a muerto? Auster permite, mediante su prosa poética, que el lector se aloje en el personaje y que asuma las sensaciones descritas con la palabra, para ello busca el dato exacto que permita al lector sentir que lo que lee es más real que su vida: “Es sábado 11 de agosto de 2018. A las siete de la tarde Baumgartner emprende el trayecto de cuatro manzanas que hay hasta la casa de Judith, llevando doce rosas rojas apoyadas en el antebrazo derecho…”.
Paul Auster utiliza la memoria en su literatura a través de saltos que juegan con el tiempo; fragmentos de recuerdos que unidos le dan sentido y carácter a los personajes. Sus libros se encuentran entrelazados generando una novela de novelas donde se encuentran sus pasiones, sus inquietudes y las interrogantes que le realiza a la vida.
Baumgartner es una novela-espejo que dialoga con la realidad que vive el escritor: ¿Qué del duelo y el dolor que él vive se refleja en su novela? ¿Cuánto de realidad y de ficción? ¿El autor se pregunta mediante el personaje y busca la respuesta en el lector?
Auster escribe una novela llena de interrogantes y donde no hay un fin sino el puente abierto hacia lo ya escrito y el deseo anhelado del próximo libro…
“Y así, con el viento en la cara y la sangre aun rezumando de la herida en la frente, nuestro héroe se dirige en busca de ayuda, y cuando llega a la primera casa y llama a la puerta, empieza el último capítulo de la historia de S. T. Baumgartner.”
Hasta aquí Monstruos y Máscaras…