El título de constructores que llegará para el equipo austriaco, ya sea este fin de semana en Texas o en el Gran México de la Ciudad de México, representa para el automovilismo nacional un sueño largamente acariciado desde los años 60, cuando los Hermanos Rodríguez irrumpieron en la F1.
Ser parte de un equipo campeón del mundo es algo que pocos atletas en México pueden presumir, sobre todo cuando la mayoría de las coronas que se han sumado en el deporte global han venido de la mano de disciplinas individuales, tales como Julio César Chávez (boxeo), María del Rosario Espinoza (taekwondo), Lorena Ochoa (golf) o Paola Espinosa (clavados). Obviamente, destacan las dos Champions ganadas por Rafael Márquez en un torneo de clase mundial con el Barcelona.
En cuanto al automovilismo, fue un nombre de leyenda quien dejó, desde los 70, muy alta la vara para cualquier piloto nacional: Pedro Rodríguez. El nacido en la Ciudad de México el 18 de enero de 1940 ganó dos campeonatos mundiales de marca (hoy conocido como el WEC) con Porsche, en 1970 y 1971.
Tuvieron que pasar casi cuatro décadas para que México tuviera a un piloto como parte protagonista de un título en categorías internacionales. Fue Memo Rojas Jr ., quien resultó bicampeón de la European Le Mans Series, en 2017 y 2019, con los equipos IDEC Sport y G-Drive Racing, respectivamente.
De hecho, antes que Rojas, fue el piloto de rally Benito Guerra Jr. el que en 2012 se convirtió en el segundo piloto mexicano, después de Pedro Rodríguez, en obtener un título mundial avalado por la FIA, siendo el Campeonato Mundial de PWRC (WRC 2).
Pero la Fórmula 1 continuaba siendo ese largo sueño, llama que mantuvieron viva figuras como Adrián Fernández, quien nos hizo voltear con emoción hacia la Serie Cart, al igual que Mario Domínguez y Michel Jourdain Jr.
El título mundial de la Fórmula 1 por equipos de Red Bull, con Sergio Checo Pérez, apenas paga años de pasión de la afición mexicana por la máxima categoría. El de Jalisco ha puesto su cuota de experiencia, trabajo, lealtad y sacrificio, con más de 250 puntos aportados hasta el Gran Premio de Japón.
Nos sigue faltando un campeonato mundial de pilotos en la F1, y Checo nos ha dejado soñar que es posible. Sigamos soñando con él.
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