Lo sucedido en el Gran Premio de Brasil abrió grietas innecesarias en el —hasta hace dos semanas— “equipo de ensueño” que era Red Bull, con el bicampeón Max Verstappen y Sergio Checo Pérez como el gran compañero y jugador leal, con la oportunidad latente de ser subcampeón, algo inédito para un volante nacido en México.

La necesidad era que Pérez saliera —al menos— con un punto de ventaja sobre Charles Leclerc, piloto de Ferrari. El momento ideal para hacerlo fue la sprint race del sábado, pero el neerlandés rebasó al de Jalisco y Red Bull perdió una oportunidad de oro, lo que aumentó en la carrera del domingo, donde una inesperada bomba le explotó a Christian Horner y compañía.

A partir de lo que pasó, todos los protagonistas se excedieron en sus declaraciones y prácticamente se retractaron a su manera: Max aceptó que ayudará a Checo en la carrera de hoy en Abu Dhabi, última fecha de la temporada; Pérez afirmó sentirse arrepentido por sus declaraciones y comentó que van unidos al circuito de Yas Marina, como el gran equipo que han sido durante el año; y Horner aceptó los errores en la comunicación de Verstappen, asumiendo su culpa por lo sucedido en Brasil, donde Max abiertamente no aceptó ceder su lugar a Checo.

Argumentos indefendibles para muchos, aceptables para pocos, pero que son parte de la “Operación cicatriz” que ha emprendido la marca del toro rojo para salir lo menos afectado de una temporada que se ha complicado por el elemento más dañino: El ego.

Red Bull vivió algo inédito en Brasil: Nunca las órdenes de equipo habían venido desde la cabina de un piloto; en este caso, desde la de Verstappen. Si el equipo lo permite, tendrá a un pequeño dictador los próximos cinco años; hasta 2028, cuando finaliza el contrato de Max. Red Bull sabe que no puede permitir que, en el afán de darle todo, él siga siendo esa aplanadora de coequiperos. Hizo que se marchara Daniel Ricciardo y devoró a Gasly y Albon... Hasta que Pérez alzó la voz.

Durante la semana, han corrido ríos de tinta al respecto, desde análisis serios hasta teorías de la conspiración, desde que Max Verstappen ya busca compañero de equipo para 2024, que Checo no llegará al final de su contrato, o hasta que Red Bull ya no piensa ponerse por debajo del bicampeón del mundo.

Pero el destino puede recomponer las cosas y asentarse en su “Operación cicatriz”, en donde si Pérez logra alzarse con el subcampeonato de pilotos —ese 1-2 que nunca ha conseguido Red Bull en su historia—, lo ocurrido en Brasil será parte del anecdotario, regresará la unión y vendrá el receso de invierno para recomponer las cosas, enfilando al equipo hacia 2023, que apunta a ser altamente desafiante con Mercedes buscando regresar por sus fueros y Ferrari apostando por un nuevo comienzo.

Espero, estimado lector, que para cuando usted esté leyendo estas líneas, estemos celebrando el subcampeonato de Sergio Checo Pérez, que a la postre sería muy merecido para el piloto mexicano, y que sin duda haría olvidar el amargo momento del Gran Premio de Brasil.

para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, Qatar 2022 y muchas opciones más.


@jorgedialogante


 

 

Google News

TEMAS RELACIONADOS