El mal momento de la escudería italiana es la prolongación de una sequía de 15 años, en donde sus logros no han ido más allá de subcampeonatos.
Las malas rachas de Ferrari en la F1 no son algo nuevo; por el contrario, podría decirse que la mala fortuna es algo propio de la escudería. Sin embargo, la increíble fuerza y energía vital que le dio Michael Schumacher de 1996 a 2006, en donde sumó 11 títulos (cinco de pilotos y seis de constructores), opacó las más de dos décadas que pasaron para que el equipo pudiera levantar un título, entre 1979 y 2000, además de los malos años 80 y 90.
En 2023, Ferrari viene de un par de subcampeonatos que le supieron a muy poco, luego de un año marcado por malas estrategias, errores de sus pilotos y falta de liderazgo del ya tristemente célebre Mattia Binotto. A lo largo del año pasado, el equipo presentó el SF75, con el que plantó cara a los títulos, pero nuevamente se fue cayendo a pedazos, para terminar nuevamente segundo, tal como le ha ocurrido ante Mercedes, Red Bull, McLaren o Williams.
Mucho se ha comentado de la apuesta que hizo Ferrari con sus actuales pilotos: Charles Leclerc y Carlos Sainz, de renunciar a tener —como lo hizo por lo menos desde Alain Prost— a un campeón del mundo entre sus filas, tal como ocurrió con el mismo piloto francés, Schumacher, Fernando Alonso o Sebastian Vettel. Entre todos estos, hubo el tino de su mítico director de equipo, el francés Jean Todt, de elegir a Kimi Raikkonen, un entonces potencial campeón del mundo, y fue Ferrari con el que lo consiguió.
La presente temporada no ha empezado bien para el equipo hoy encabezado por Frédéric Vasseur, y a los problemas del año pasado (excesiva degradación de neumáticos, fiabilidad del auto y las recurrentes pifias estratégicas), se ha encontrado con que el auto no tiene la velocidad punta de 2023. De la mano de esto, los contratos de sus pilotos concluyen en 2024, y si el derrotero actual del equipo persiste, se irán con las manos vacías. Leclerc llegó en 2018 y sólo un año después firmó un contrato por seis temporadas y 12 millones de euros anuales, en tanto que Carlos Sainz arribó al equipo en 2021 y renovó el año pasado por dos más y ocho millones por temporada.
Leclerc, al igual que Max Verstappen en su momento, es reconocido como un potencial campeón del mundo, pero suele doblarse en momentos cruciales, aunque es extremadamente rápido, mientras que Sainz ha logrado estar a la par de su compañero de equipo, sin que entre ambos haya un claro número uno.
El tiempo parece agotarse en Ferrari con su actual alineación, lo cual abriría la puerta en 2025 para la llegada de un campeón del mundo que pueda darle la ansiada corona. ¿Será la hora de ver a Lewis Hamilton vestido de rojo?
@jorgedialogante