En cualquier equipo de carreras el compañero de equipo es el primer —y a veces principal— rival a vencer; sin embargo, la buena relación entre ambos es fundamental para alcanzar los objetivos de la escudería, donde mientras uno marca superioridad, el otro lo acepta intentando ponerse al nivel, o resignándose.

La Fórmula 1 está repleta de casos que dan cuenta de lo anterior, donde los pilotos llamados “número uno” marcan hegemonía sobre los denominados como “dos”, tal como fueron Niki Lauda sobre Clay Regazzoni o Michael Schumacher con Rubens Barrichello en Ferrari, Jacky Stewart sobre Francois Ceverte en Tyrell, Mika Hakkinen sobre David Coulthard en McLaren, o más recientemente Lewis Hamilton sobre Valtteri Bottas en Mercedes.

Sin embargo, cuando pasa lo contrario, los equipos se rompen y viven guerras intestinas que terminan con la partida de alguno de los volantes, ya sea que desertan de la máxima categoría, o bien prefieren irse a respirar otros aires, cambiándose de equipo. Así pasó con la más famosa de todas las rivalidades entre coequiperos, como fue la del brasileño Ayrton Senna y el francés Alain Prost en la escudería McLaren de finales de los años 80 y principios de los 90, que culminó con la salida del piloto galo, quien harto de la rivalidad se marchó a Ferrari.

En esta temporada Ferrari ha decidido levantarse a sí mismo un nuevo obstáculo en su camino a la recuperación del campeonato del mundo: la rivalidad entre sus pilotos. A inicios de la temporada parecía tener el mejor auto de la temporada, y con el dominio de las primeras dos carreras de Charles Leclerc, el monegasco se erigía como el rival a vencer; luego, y bajo presión, sus pilotos perdieron batallas decisivas con Red Bull, pasando por el bajo momento de Carlos Sainz, quien con un SF75 no hecho a la medida de su manejo terminó más de una vez en la grava; ademas, los errores de estrategia que un par de veces le han quitado la victoria a Leclerc.

En el Gran Premio inglés fue que el español dio un golpe sobre la mesa con una frase contundente: “Stop inventing! (¡Paremos de inventar!”), cuando el equipo le pidió abrir distancia entre él con el resto de los pilotos en el reinicio de la carrera para ayudar a Leclerc a llevarse la victoria. Vueltas antes desde los fosos, la dirección de Ferrari liderada por Mattia Binotto soltó un incompresible “Free to fight”, ante los preguntas de los pilotos para dejarse pasar entre sí.

¿El resultado? Una primera batalla en pista en la sprint race del Gran Premio de Austria entre ambos pilotos y que estuvo a punto de terminar en contacto, mientras un beneficiado Max Verstappen se alejaba en la punta. En este ambiente, hoy la pregunta ya no es si los Ferrari chocarán entre sí, sino cuándo pasará.

@jorgedialogant

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