Lo que vimos en el Gran Premio de Italia, con el inesperado debut del neerlandés Nyck de Vries, recuerda varios capítulos que cambiaron el curso de la máxima categoría.

Pasa en el deporte y —obviamente— en el automovilismo, y curiosamente con dos pilotos alemanes que hoy han puesto su nombre con letras de oro: Michael Schumacher y Sebastian Vettel. Aquí sus historias.

En el caso del heptacampeón del mundo, su manager, Willi Weber, había estado buscando una prueba para su representado en el debutante equipo Jordan, quien ya tenía a sus pilotos en 1991: el italiano Andrea di Cesaris y el belga Bertrand Gachot.

Este último tuvo un incidente de tránsito con un taxista en Londres y, al sentirse amenazado, lo roció con gas lacrimógeno. Lo que parecería una multa, terminó en sentencia de seis meses en prisión; cumplió dos por una apelación.

Jordan necesitaba un piloto para el Gran Premio de Bélgica y se encontró con la oferta de Weber. Schumacher sorprendió por su rapidez, pero no era suficiente. La escudería pidió un pago de 150 mil libras para darle el asiento, los cuales fueron recaudados por patrocinadores. El resto es historia. Michael clasificó séptimo en una pista en la cual nunca había corrido (a Jordan le juraron que sí) y, si no hubiera sido por un problema de embrague, habría sumado puntos.

En el caso de Vettel, era ya una figura conocida en el paddock, como piloto de pruebas de BMW Sauber en 2007, pero una revisión médica previa al Gran Premio de Estados Unidos al polaco Robert Kubica —quien buscaba regresar lo más pronto posible después de un aparatoso accidente en Canadá— le abrió las puertas del debut. Veinticinco minutos antes de la calificación (Q1), Kubica no tuvo el visto bueno de los doctores para correr y Sebastian recibió la noticia: largaría ese fin de semana, por encima incluso del también reserva Timo Glock. Vettel hizo historia, clasificó séptimo y terminó octavo. Dos meses después, regresaría a un F1, pero ya como piloto titular bajo el uniforme de Toro Rosso. Y también, como Schumacher, tres años más tarde alzaría su primer título.

Y la historia se sigue escribiendo. De Vries, campeón de Fórmula E, empezó hace 15 días su fin de semana como piloto de Mercedes al volante de un Aston Martin, en las primeras prácticas del Gran Premio de Italia, y literalmente se quitó el uniforme para continuar como comentarista de F1TV. Noventa minutos antes de la clasificación, le avisaron que tomaría el lugar de Alex Albon en Williams, por apendicitis. El piloto de 27 años de edad pasó a Q2, pero el juego de las penalizaciones lo ubicó octavo en la parrilla de salida, finalizando noveno y sumando para el equipo, con un manejo impresionante.

Hoy, la F1 se disputa sus servicios para 2023. ¿Hará historia como sus predecesores? Lo veremos con ansias.

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@jorgedialogante
 

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