La Fórmula 1 vive momentos interesantes con la partida de ciertos elementos de sus equipos. Algunos, marcando el fin de una época; otros, yéndose con más pena que gloria. Y es que no siempre sale bien que un piloto con cierta jerarquía deje su puesto.
Cuando un piloto está por abandonar a un equipo, pasan —por lo general— un par de cosas: Un sentimiento de nostalgia o hartazgo, y que cada vez se le comparta menos información, con el objetivo de que se vaya con la menos data posible al siguiente equipo, si es el caso.
Un caso particular es Lewis Hamilton en Mercedes, en donde el inglés deja una hueco prácticamente imposible de llenar, para irse a Ferrari, con la escudería alemana intentando dejar claro que su apuesta como su próximo campeón es el también británico George Russell. Sin embargo, me parece que ha sido él mismo quien ha ido empañando esta idea, perdiendo podios prácticamente en la bolsa, como en Singapur o Australia. Tan es así que Toto Wolff ha dejado ver que su real apuesta es el novel italiano Kimi Antonelli, quien compite actualmente en Fórmula 2.
Mercedes ha intentado una especie de transición, que Hamilton le entregue la estafeta a Russell, pero el campeón del mundo se ha impuesto tanto por experiencia como por jerarquía. Primero, sacudiendo al equipo para evolucionar el fallido W13 del año pasado, y abriendo los codos en la pista para seguir demostrando su valor. Lewis se ha quejado de que “misteriosamente” en calificación resulta ser una décima más lento que su coequipero. Sin embargo, las diferencias entre ambos han comenzado a notarse.
En 1989, cuando Alain Prost anunció su marcha a Ferrari, la situación con Ayrton Senna se volvió más tensa que de costumbre, pues al brasileño le molestaba que el francés se fuera con los “secretos” de McLaren al equipo italiano. Hoy, la situación parece ser muy distinta entre Hamilton y Russell, pero el campeón quiere partir con ese estatus de la escudería, como el que manda. Mercedes no tiene nada que recriminarle a Lewis, pues tan sólo en cuanto a campeonatos por equipos les deja ocho en sus vitrinas, más siete títulos de pilotos.
Situación radicalmente distinta la que se vive en Alpine con Esteban Ocon. El equipo ha anunciado la partida del piloto al término de la presente temporada. Se sabe que la escudería francesa buscó rescindir su contrato de manera inmediata, luego del choque con su coequipero Pierre Gasly. Incluso, para el siguiente Gran Premio, el de Emilia-Romagna, Esteban se presentó con todo y abogados para defender su asiento jurídicamente. Al final, Alpine prefirió ahorrarse el pleito con un piloto que —se ha visto desde su estadía en Racing Point— es incapaz de hacer equipo, teniendo diferencias dentro y fuera de la pista con Checo Pérez, Fernando Alonso y Gasly. Todos en Alpine esperan el último día de la temporada para no volver a saber de él.
Por último, un sentimiento de culpa rodea el año final de Carlos Sainz en Ferrari, donde —quizá— la escudería italiana al no renovarle, apostaba a que el español —con su gran nivel— fuera contratado de manera rápida por alguno de los equipos top, pero ni Red Bull ni Mercedes se decantaron por él. El madrileño quizá tenga que pasar un tiempo para volver a brillar, ya sea en Audi o Williams. Es así como el garaje de Sainz trata de entregarle el mejor coche cada carrera, tratando de darle algo que pague el asiento que le están quitando. El Estanque de Pirañas de la F1 siempre será.