Todos los aficionados a la Fórmula 1 han padecido en 2022, siendo tifosi o no, la lamentable serie de pifias que han marginado al piloto nacido en el Principado de Mónaco hace 25 años, de competir por el campeonato del mundo, y que hoy lo tienen de hecho, luchando por el segundo sitio en duelo directo con el mexicano Sergio “Checo” Pérez.
A inicios de la temporada y tan pronto como a la cuarta carrera del año, Leclerc ya lideraba el campeonato con 50 puntos y tenía dos victorias en la bolsa (Baréin y Australia), pero sólo sumaría una más ocho carreras después (Austria), para contar hasta el momento con 10 podios, el mismo número que Checo. Para Mattia Binotto, director de equipo de Ferrari, la predilección por Leclerc es clara, lo ha manifestado más de una vez no sólo en palabras sino en hechos: a Sebastian Vettel le abrió la puerta para que el monegasco fuera el principal piloto de la escudería, y le dio una renovación de cinco años (ni a Schumacher le dieron un contrato así) en 2019, con un salario de nueve millones de euros al año hasta 2024.
Ferrari comenzó a desquebrajarse desde el propio corazón, su motor, la firma que venden en todo el mundo como símbolo de poderío y tradición ganadora, falló en Australia e Italia su compañero de equipo Carlos Sáinz, y la sensación de que el equipo de ensueño anunciado en la pretemporada y asomado en las dos primeras pruebas del calendario podría romperse, mostró sus primeras grietas. Pero fue en casa, Italia misma, donde tratando de rebasar a Pérez cometió un trompo, luego en Francia se salió de la pista perdiendo una carrera ganada y en Japón vino el fallo en la frenada en la vuelta final, todos errores costosos y dolorosos.
A la confianza en sí mismo afectada y la preocupación porque el motor no se rompiera, vino acompañada del factor estratégico, y el que a la postre ha resultado tan doloroso para Charles como sus propios errores, pues carreras que parecían ganadas se fueron de las manos por tremendos errores en los fosos, desde el momento correcto para parar como pasó en Mónaco, o la selección de neumáticos adecuados que se dio apenas en la calificación del Gran Premio de Brasil y que marginaron otra vez al Leclerc de calificar mejor y en plena batalla con Pérez, entre varios momentos para olvidar.
Hoy tanto Ferrari como Leclerc no se ven con los mismos ojos con los que iniciaron la temporada, en donde todo parecía alineado a administrar el mejor auto de la parrilla con dos pilotos hambrientos. En este momento ni el equipo cree en el piloto que entregándole todo se equivoca, ni el piloto en el equipo que liderando carreras al hacer cálculos se desmorona. ¿Cómo pueden confiar nuevamente entre ellos al cien por ciento cuando Binotto ha roto récords de palmadas en la espalda buscando consolar por sus malas toma de decisiones, y Leclerc se ha cansado de pedir disculpas por sus errores (sin olvidar el célebre ‘Stop inventing’ de Carlos Sáinz)
La lamentable actitud de Ferrari de ya no apostarle nada a 2022 puede resultar en que pierdan el segundo lugar del campeonato de constructores con Mercedes, equipo al que le urge sumar una victoria para confirmar que están de regreso. Ferrari ha dejado solo a sus pilotos, que luchan por mantener a la escudería a flote, evidenciando las debilidades sobre todo de Leclerc.
Si la escudería no recompone el camino, 2023 será una extensión de la actual temporada y será un nuevo viacrucis para Charles Leclerc, que con todo sigue siendo un potencial campeón del mundo. El rescate debe venir desde adentro reconociendo para empezar que tienen un problema en su jerarquía más alta. Ojalá la ayuda llegue, aunque en este momento no veo cómo.
@jorgedialogante