Son tiempos estratégicos para las elecciones en puerta y las encuestas toman un papel protagónico. Estas mediciones han resultado una herramienta que más allá de reflejar una realidad, son utilizadas para intentar moldear la percepción de los votantes.
Hablemos específicamente de la carrera por conseguir el triunfo de la dirigencia de Morena. En una encuesta elaborada por el Instituto Nacional Electoral se señala a Porfirio Muñoz Ledo como puntero en reconocimiento. Algunos medios interpretaron esto como una especie de careo previo a la medición que definirá al dirigente del partido, lo cual es incorrecto.
La encuesta elaborada por el INE para determinar la lista final de candidatos midió el conocimiento sobre los aspirantes, no la preferencia electoral. Es decir: tener conocimiento sobre esos personajes no tiene vinculación con la percepción que los votantes tienen sobre quién es más apto para conducir al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
Por ejemplo, Andrés Manuel López Obrador era el candidato más conocido por la ciudadanía en 2012; sin embargo, el candidato ganador fue Enrique Peña Nieto. Lo mismo ocurre en casi todas las contiendas electorales.
En este caso específico, ¿cómo no habría de ser Porfirio Muñoz Ledo el más conocido? Suma décadas de exposición a través de diversos partidos políticos y en varios puestos públicos, desde su candidatura presidencial, antes de declinar a favor de Vicente Fox, hasta su posición como presidente de la Cámara de Diputados.
En lo que tendrían que centrarse los morenistas a quienes les será consultada la pregunta de quién debería asumir la dirigencia es qué consideran que requiere su partido e incluso el país. Cohesión con el presidente López Obrador, o un operador que de vez en cuando lo desafíe cuando su interés o postura ideológica sea ajena a la propia.
Es muy clara la trayectoria de ambos personajes frente a los dos años que lleva la actual Presidencia de la República. ¿Cuál es el objetivo? Conseguir unificar a un ya dividido Morena no será una tarea fácil y menos se logrará si el personaje que asuma el cargo busca ser un contrapeso del hombre que conduce la Cuarta Transformación. A menos que el objetivo de largo plazo del partido sea convertirse en el PRD.
Hay ideas políticas en esta contienda que claramente no se ajustan a la realidad política actual de México. Hay obsesiones ideológicas que simbolizan el regreso a una generación que ya probó el fracaso. Representantes de una era arcaica que se niega a desaparecer.
En estos tiempos de transformación, son los valores y las ideas de congruencia las que se necesitan para impulsar desde la presidencia de Morena los cambios que se requieren para consolidar nuestra vida nacional.
En los últimos días la tensión aumenta, esperemos que no cause efectos negativos en el resultado de esta elección por la dirigencia de Morena.