El Partido Revolucionario Institucional (PRI) y Morena, dos de las principales fuerzas políticas del país, renovarán sus dirigencias nacionales este año. El cambio en las presidencias de estos partidos adquiere una importancia singular con miras a las elecciones intermedias de 2021, pues en México las dirigencias partidistas tienen un enorme poder para controlar el manejo de los recursos ordinarios y de campaña, así como los procesos de selección de candidatos a cargos de elección popular.
El PRI celebrará una elección interna abierta a su militancia para elegir a los titulares de la Presidencia y de la Secretaria General del Comité Ejecutivo Nacional para un periodo de cuatro años (2019-2023). En dicha contienda participan tres fórmulas encabezadas por el gobernador con licencia de Campeche, Alejandro Moreno; la exgobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega, y la veracruzana Lorena Piñón. La jornada electoral se realizará el próximo 11 de agosto y el partido tiene prevista la instalación de 5,800 mesas receptoras del voto para que 6.7 millones de militantes acudan a elegir a sus dirigentes nacionales. El mayor número de militantes registrados se ubica en el Estado de México (921,768), Puebla (655,154), Chihuahua (455,898), Michoacán (430,210) y Tamaulipas (339,063). De éstos, el PRI únicamente gobierna el Estado de México. Las fórmulas que contienden tienen un tope de gastos de 4.2 millones de pesos para una campaña de 45 días.
Después de la debacle electoral de 2018, que redujo la representación parlamentaria a 47 diputados (9.4% del total) y 14 senadores (10.94%), el PRI enfrenta enormes desafíos para recuperar la credibilidad y confianza de los ciudadanos. La elección de 2021 es la primera aduana para demostrar si puede ser una oferta política atractiva o si está destinado a la extinción. En ese año concurrirán los comicios para renovar la Cámara de Diputados con 32 elecciones estatales que incluyen a 15 titulares del poder ejecutivo local. En ocho de las 15 gubernaturas que se renuevan el PRI gobierna (Campeche, Colima, Guerrero, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas). Actualmente conserva el 25% de los municipios del país y las capitales de Coahuila, Nuevo León y Tlaxcala. Con la elección de la nueva dirigencia, el PRI tendrá que encontrar su lugar como partido de oposición y definir el tipo de relación que sostendrá con el gobierno federal. Además, deberá decidir en qué lugar del espectro político posicionará su discurso político. Por lo pronto, Morena ha logrado monopolizar el espacio de la izquierda en México e intentar arrebatárselo podría traer pocos beneficios en el corto plazo.
Morena, el partido que fundó el Presidente y obtuvo su registro ante el INE en 2014, acordó en su Quinto Congreso Nacional Extraordinario que en noviembre renovará la dirigencia encabezada por la actual secretaria general y presidenta en funciones, Yeidckol Polenvsky. Después del tsunami electoral de la última elección, el cambio de dirigencia se antoja como anticipo del reacomodo de grupos internos con miras a la elección del 2021 y a la sucesión presidencial.
En la elección del Comité Ejecutivo Nacional es fundamental la preparación de las asambleas electivas para definir a los representantes distritales que participarán, a su vez, en el Congreso Nacional que elegirá a la nueva presidencia del partido. Un paso previo es la definición de su padrón nacional de afiliados. En medio de polémicas, el Consejo Nacional celebrado en julio determinó actualizar su padrón para alcanzar 3 millones de afiliados con los registros que, según miembros del propio Consejo, cuenta el partido hasta febrero de 2017. Actualmente, Morena tiene poco más de 317 mil afiliados acreditados ante el INE. Ese será el primer jaloneo interno. En la disputa por la dirigencia se señalan los nombres de Bertha Luján, excontralora de López Obrador durante su jefatura de gobierno en el Distrito Federal y actual presidenta del Consejo Nacional del partido; Mario Delgado, coordinador del grupo parlamentario en la Cámara de Diputados; Alejandro Rojas Díaz Durán, senador suplente de Ricardo Monreal y la propia Yeidckol Polenvsky.
En el corto plazo Morena tiene dos retos importantes. El primero es consolidarse como primera fuerza política del país sin López Obrador en las boletas. Los comicios locales de 2019 mostraron que Morena es menos competitivo sin el popular presidente en campaña. Si bien logró ganar las gubernaturas de Baja California y Puebla, ésta última sumando los votos de sus aliados, en Aguascalientes, Durango y Tamaulipas no figuró. El segundo reto es mantener su cohesión interna. Como partido-movimiento, Morena es un conglomerado de grupos heterogéneos con identidades partidistas de izquierda y derecha. Las pugnas internas por el tipo de proyecto de nación y los mecanismos para implementar los cambios prometidos por la 4T tuvieron ya sus primeras bajas.
La renovación de las dirigencias de ambos partidos ofrece oportunidades para el reposicionamiento o la consolidación de la oferta política que ofrecen, pero también para el conflicto y la simulación. En México se ha avanzado mucho en la organización de elecciones transparentes y competitivas, sin embargo, la democracia interna de los partidos políticos es un tema no resuelto.
Especialista en temas electorales