La frase de Gustavo Madero, “ le muerden la mano a quien les quitó el bozal ”, adquirió nueva actualidad en boca de Andrés Manuel López Obrador . No es que su novedad resida exclusivamente en rescatarla cien años después, sino en la oportunidad de afearle a los periodistas sus opiniones, críticas e informaciones. El Presidente de México ha decidido que una buena parte de los periodistas forma parte de sus enemigos. La frase de Madero es particularmente significativa en estos momentos. Andrés Manuel considera que la libertad de expresión en la democracia mexicana se debe en exclusiva a él mismo. En consecuencia, el periodismo le debe pleitesía. Dicho de otra manera, López Obrador es el dueño de la libertad de expresión de manera que es lo que decide que sea. A todas luces su negación. Más interesante parece que califique a los periodistas de perros. Rebajar de esta manera a profesionales libres y comprometidos con el país exhibe a un presidente que no tiene reparo ni contención. Muestra a un individuo que no sólo se considera el padre de la libertad de expresión, sino que piensa que los reporteros están a su servicio. Lejos queda la idea del perro de Diógenes Laercio. El perro cínico es un perro moral. Para López Obrador no hay moral en el ejercicio del periodismo. Sólo existe, en tanto que animales, premio y castigo. Castigo para los profesionales que ejercen libremente el derecho a la información por encima de los intereses de Estado. Premio para los lambiscones y serviles mediante concesiones de estaciones, enjuagues económicos, prebendas antidemocráticas. Los chayoteros de ayer, siempre según López Obrador, son los disidentes de hoy; los disidentes de ayer son los chayoteros de hoy. Por detrás de este fresco, asoma a la urdimbre de la 4T. El combate a la corrupción reside en el cambio de los grupos beneficiados por el poder. La corrupción persiste, pero los beneficiados son otros.
La ejemplaridad que Diógenes advertía en el perro es reprobación en López Obrador. Sin embargo, Andrés Manuel argumenta a diario sobre la moral de su propuesta. En una moral no cabe la inmoralidad puesto que está diseñada para desterrarla. La inmoralidad no opera como término de comparación puesto que la moralidad es un valor absoluto. Denunciar la inmoralidad de los periodistas que se atreven a disentir implica el reconocimiento de que la moral de Andrés Manuel es sólo una propuesta interesada que tiene muy poco de moral. Denunciar la libertad de expresión en una sociedad abierta es un reconocimiento explícito de la inconformidad con la libertad y la democracia. Es una inmoralidad. Los periodistas al informar a la ciudadanía, independientemente de su conformidad con el ejecutivo, se comportan de acuerdo con la libertad de esa sociedad, de acuerdo con la moral de una sociedad democrática. Los periodistas que defienden la libertad de expresión son perros morales. El presidente será presidente, pero es inmoral al señalar a los periodistas como enemigos.
López Obrador
no le quitó el bozal a nadie, puesto que la libertad de expresión es un derecho que México conquistó mediante el esfuerzo de muchos. Nadie le muerde la mano al presidente cuando cumple con su deber. La inmoralidad de los periodistas denunciada por Andrés Manuel es en realidad la moral que necesita cualquier sociedad libre y democrática. Lo inmoral es calificarla de inmoral.