Se dice que la democracia se hace efectiva el día de las votaciones. En realidad no es así, aunque sin duda es cuando se expresa plenamente. Es esa jornada en que la igualdad en un país con tantas desigualdades como México preside por un momento la vida nacional. Pero la igualdad es inseparable de la libertad y la responsabilidad. El voto debería de ser un acto de conciencia. La baja calidad de nuestra democracia se traduce en que aspirantes de diferentes partidos intentan condicionar el voto mediante despensas o regalando objetos de diferente consideración. Algo semejante a la compra del voto en que la necesidad se impone a la libertad. La coacción no siempre explícita es un instrumento antidemocrático que se emplea a discreción. A la hora de decidir el voto, las campañas son fundamentales. Los candidatos han tenido en los meses de campaña la oportunidad de comunicar su idea de gobierno, sus propuestas, sus iniciativas. Esta es la información relevante para ponderar el voto. En estos momentos, ya cerradas las campañas, los candidatos ya han hecho su trabajo. Es la hora de los ciudadanos. Son ellos quienes deben decidir en libertad la mejor opción para sus intereses y para los intereses de su comunidad. Las presiones de unos y otros se hacen presentes aunque hayan terminado las campañas. Promesas que nunca se cumplirán, interesada orientación de la papeleta o abiertamente coacción para emitirla en un sentido determinado. La libertad suele estar amenazada en las jornadas electorales, bien mediante amenazas directas o indirectas. Con todo, el voto es irreductible a la libertad, a un acto individual en el que nada interviene que no sea la propia voluntad. En México el voto es libre y secreto. Estas dos directrices son relevantes para que entendamos que nadie puede conocer por quién o qué votamos, tampoco si no votamos o lo anulamos.
La decisión de cada mexicano es soberana. El domingo 6 nos jugamos muchas cosas. El ambiente es distinto al de otras elecciones intermedias. Estas se presentan como un refrendo a las políticas del gobierno federal. Sin embargo, su carácter local condiciona ese refrendo. El gobierno federal ya ha demostrado qué quiere hacer por el país. Los ciudadanos hora deben decidir qué gobierno local desean sin pensar en otra cosa que no sea su municipio, su gubernatura si es el caso y sus representantes en la cámara de diputados. A lo largo de estas semanas se ha querido dar idea de que se trata de la confrontación entre dos bloques. Pero no es así. Se trata de elegir al mejor alcalde, al mejor gobernador, al mejor candidato a diputado. Elegir las mejores propuestas y proyectos en cada caso. El ciudadano tiene la información de cada candidato.
Cada elección significa recomenzar teniendo la posibilidad de hacerlo para mejorar. Es necesario prescindir de presiones ajenas a la libertad individual. Cada ciudadano debe de votar en conciencia, ejerciendo su libertad, ponderando los pros y los contras de cada candidato. El voto es libre y secreto, nadie puede decirnos por quién votar. El domingo 6 asistiremos a otra fiesta de la democracia en que la libertad y la responsabilidad de cada uno deciden. Hay que elegir a los mejores. Los ciudadanos somos los dueños de nuestra democracia, somos nosotros los que decidimos mediante nuestro voto.