Con su habitual facundia, Vicente Fox proclamó en la celebración octogenaria de Acción Nacional que había que “romperle la madre a la 4T”. La irrupción del expresidente es al menos inquietante. Su aparición es menos significativa en sí misma que relevante respecto de la situación de Acción Nacional. Si el partido dirigido por Marko Cortés se abandona a Fox, es evidente que algo muy grave sucede dentro de este instituto.
El expresidente se enfrentó a Felipe Calderón cuando éste llegó a Los Pinos, promovió el voto en favor de Enrique Peña Nieto en detrimento del partido que lo llevo a la presidencia, titubeó entre José Antonio Meade y Ricardo Anaya en los últimos comicios. Fox es un personaje caprichoso y tornadizo que en estos momentos necesita por motivos poco claros hacerle frente a López Obrador. La expresión “partirle la madre a la 4T” es propia de un pandillero, de un camorrista, muy poco adecuada para un partido que en gran parte de sus ochenta años realizó una oposición elegante y educada. Aferrarse a Vicente Fox es una declaración de intenciones respecto del futuro inmediato del PAN, ahora transformado en una barra brava o en una pandilla de facinerosos.
De aquellos polvos estos lodos. Tras las elecciones del año pasado, Acción Nacional omitió la autocrítica, olvidó su regeneración, marginó propuestas e iniciativas para recuperarse como alternativa fiable ante los ciudadanos. Esta negligencia e irresponsabilidad los ha llevado hasta aquí, hasta recurrir a un Vicente Fox que aparece como un matón, contaminando al partido mismo. No parece que la elección del expresidente como figura estelar haya sido la más conveniente, pero sí es la mejor expresión de la desorientación y el hundimiento de un partido en que no hay líderes, ni pensadores, ni servidores. El pandillero Fox se mostró como cabecilla de ese gang de barriada en que se ha convertido Acción Nacional.
Todo indica que el partido no ha entendido que es tiempo de reflexionar sobre la deriva en que se encuentra instalado. El recurso zafio a Vicente Fox presenta antes visos de una necrológica que de una compostura. El asunto se agrava si se advierte talantes de antiguos panistas o de militantes ahora separados del partido, dueños de inteligencia, criterio y orientación. Individuos capaces de darle la vuelta al partido y posicionarlo de manera competitiva hacia el 2021. Entre otros, Ernesto Cordero, Roberto Gil y Eufrosina Cruz. Sin embargo, estos nombres seguramente se aprecian como amenaza para un aparato aburguesado y acomodado que prefiere entregarse a un Fox que quiere “partirle la madre a la 4T”. Acción Nacional tiene la solución en su interior, pero la dirigencia difícilmente renunciará a sus manejos oportunistas, a sus prebendas injustificadas, a sus rapacidades interesadas.
La aparición de Vicente Fox en el acto de Acción Nacional es un nuevo golpe para un partido que quiere ser una alternativa a MORENA. El partido no necesita nombres de relumbrón, sino personajes discretos que trabajen con generosidad y capacidad de sacrificio. Las proclamas estridentes no solucionan nunca nada, pero pueden ahondar en un malestar y en una crisis que se antojan irreversibles si el partido sigue dirigido por quienes, a decir verdad, siguen pensando en su propio desarrollo y crecimiento, que en el de un partido que sin duda debería ser la principal oposición en México.
El Acción Nacional tienen en sus manos las soluciones a sus excesos y carencias, pero se resiste a aceptarlas entregándose a un matón de barrio.