Las reuniones del presidente López Obrador con los principales dirigentes empresariales son ya una constante en esta administración. Los encuentros siempre han sido cordiales. Por ejemplo, luego de una reunión a principios de diciembre con el Consejo Mexicano de Negocios, el presidente López Obrador señaló que sus integrantes lo “apapacharon” y que el apapacho fue recíproco (EL UNIVERSA, 5/12/19). Otras reuniones con cúpulas empresariales se han dado en un tono similar.

Sin embargo, como señalara hace tiempo Claus Offe, el poder del sector privado no radica en sus organismos cúpula, sino en las decisiones individuales de miles de empresarios --en particular, en sus decisiones de inversión. Los dirigentes empresariales tienen una influencia limitada en los miembros de su organización porque no tienen control sobre sus decisiones de inversión (Two Logics of Collective Action).

Por ello no sorprende que los datos sobre inversión fija bruta dados a conocer recientemente por INEGI sean desalentadores y francamente preocupantes. En un año ha disminuido 8.7 por ciento. Las reuniones del presidente con los organismos líderes del sector privado pueden seguir siendo frecuentes, pero no necesariamente se traducirán en mayor inversión. En este sentido, resulta fundamental conocer qué piensan los inversionistas para entender los retos que enfrenta la economía mexicana en la actualidad.

La encuesta bimensual, realizada conjuntamente por Credit Suisse-Buendía y Laredo, arroja información muy relevante del sentir de los inversionistas institucionales. Un inversionista institucional es aquel que realiza inversiones a nombre de sus clientes inversionistas. Puede ser un fondo de pensiones, un fondo de coberturas (hedge funds en inglés) o una sociedad de inversión, entre otros.

Para la mayoría de los inversionistas institucionales entrevistados (46%), la política del actual gobierno hacia la inversión privada es consistente con lo que esperaban antes de que el Presidente tomara posesión del cargo; es decir, no hay sorpresas. El resto de los entrevistados, sin embargo, tiene percepciones encontradas: 26% señala que la nueva administración ha sido más pro-inversión privada de lo esperado, pero un porcentaje similar (28%) señala lo contrario. No hay una opinión monolítica de este sector sobre qué tan amigable es la actual administración hacia la inversión.

Donde sí existe consenso es en la percepción de que la economía del país está peor que hace un año: 84% así lo cree, lo cual está en línea con lo que han señalado los expertos del sector privado consultados por el Banco de México. Una pregunta novedosa de la encuesta es que quienes respondieron que la situación estaba peor, también respondieron cuándo creen que mejorarán las cosas. Las expectativas son pesimistas: solo 15% cree que la recuperación será en menos de un año, en tanto 28% considera que tomará entre uno y dos años. Sin embargo, la mayoría (57%) de los inversionistas institucionales opinan que la recuperación de la economía mexicana tomará por lo menos dos años.

Los inversionistas se encuentran divididos en torno a la conveniencia de aumentar sus activos financieros en México: 37% dice que es un buen momento, 33% que es un mal momento para hacerlo, mientras que 30% no está seguro. Pero la mayoría (60%) coincide en que el área más atractiva para invertir está en los bonos gubernamentales denominados en pesos mexicanos. Sin duda, las altas tasas de interés en nuestro país explican esta percepción.

Por todos es sabido que a los inversionistas institucionales no les gusta la incertidumbre. Hoy predomina entre ellos. Por ejemplo, solo 9% cree que es muy probable o creíble que la política económica gubernamental se mantenga en los siguientes tres años. La mayoría está ambivalente (47%), mientras que un segmento importante (39%) dice que es poco probable que la política económica se conserve. De ese tamaño es el trabajo de persuasión que debe emprender la administración actual.

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