En estos meses de Covid-19, y ante el cercano inicio del proceso electoral 2020-2021, han proliferado encuestas de dudosa calidad. La prohibición de realizar encuestas cara a cara, el mejor método para estos estudios, ha fomentado la realización de muchas encuestas telefónicas y en línea que se distinguen más por su falta de rigor metodológico que por ofrecer un panorama realista de la opinión pública y de las tendencias electorales . Si hace 20 años proliferaban las encuestas inventadas, con membretes de empresas fantasma y difundidas en diarios de circulación nacional (¿recuerda el lector a Technomanagement?), ahora abundan encuestas “patito” avaladas por empresas de trayectoria diversa y que se difunden principalmente a través de internet y/o redes sociales.

La propaganda es el objetivo primario de este tipo de ejercicios. Se explota la necesidad de información por parte de diversos actores: ciudadanos, medios, partidos y precandidatos. La necesidad es válida y legítima. El problema es que la información reportada en muchas de estas encuestas online y telefónicas, especialmente las realizadas con llamadas pregrabadas y a teléfono fijo (robopolls), está muy alejada de la realidad. Estos ejercicios se han popularizado porque resulta muy económico realizarlas, pero sus grandes limitaciones son conocidas. Cualquier dirigente partidista, gobernador o alcalde que presuma su nivel de aprobación con base en estos estudios online o robopolls está pisando un terreno pantanoso. Sería todavía más grave que tome decisiones a partir de la información de este tipo de estudios.

Los problemas de las encuestas online, a teléfono fijo y robopolls son muchos. El primero es el de la cobertura, tema particularmente relevante para México por el desigual acceso a internet y a la telefonía fija. Solo 40% de los hogares en el país tienen teléfono fijo . Hay 18 estados con una cobertura inferior a 40%, algunos de ellos con porcentajes bajísimos como Chiapas (14%), Tabasco (21%) y Oaxaca (24%, INEGI, Endutih 2018). En estas condiciones, los resultados de encuestas a teléfono fijo, ya sean estimaciones electorales o de aprobación gubernamental , difícilmente reflejarán el sentir de la población en muchos estados del país.

Más irresponsable aún es generar estimaciones distritales de preferencia electoral a partir de encuestas telefónicas. En los estados con cobertura telefónica fija inferior al 40% se ubican 148 de los 300 distritos electorales, muchos de ellos predominantemente rurales. Quien confíe en el resultado de una encuesta telefónica en el distrito 18 de Veracruz, con cabecera en Zongolica, lo hace bajo su propio riesgo.

Un problema adicional, en grandes zonas urbanas, es que hay municipios con más de 1 distrito electoral. Identificar las fronteras entre ellos requiere de un complejo trabajo adicional que a veces resulta imposible llevar a cabo, particularmente por la portabilidad geográfica de los números telefónicos, portabilidad que desde 2008 ya es posible.

Si bien el acceso a internet es mayor que el acceso a la telefonía fija (56% de los hogares, 70% de personas mayores de 6 años), también tiene cobertura desigual . Este problema se agudiza cuando se hacen encuestas en redes sociales como Facebook o Instagram , por ejemplo. Quizá la mayor debilidad de las encuestas por internet es el escaso control que hay sobre quién contesta la entrevista. A esto se le denomina autoselección del respondente. La Asociación Estadounidense de Opinión Pública ( AAPOR ) advierte que “los resultados de encuestas basadas en respondentes que se autoseleccionan pueden resultar no confiables”. A veces pueden ser precisas pero es difícil descartar que “lo fueron simplemente por pura suerte” (Sampling Methods for Political Polling). Este problema también está presente en las llamadas robopolls, las encuestas con llamadas pregrabadas, donde la carga de la entrevista está en manos del respondente.

En síntesis, las encuestas en línea, a teléfono fijo y las robopolls tienen problemas de cobertura y autoselección que la gran mayoría de las veces se traducen en información de baja calidad. Ante la prohibición de realizar encuestas cara a cara por el Covid-19, la mejor alternativa es realizar encuestas a teléfonos celulares como, por ejemplo, ya lo hace el INEGI.

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