La política es un arte para el que se requiere constancia y circunstancia, donde la circunstancia pesa más que la constancia. A tres años y meses del gobierno de Andrés Manuel López Obrador con todo y el desgaste del ejercicio del poder, su partido ya gobierna 17 estados y en las elecciones del próximo domingo 5 de junio, seguro se lleva cuatro más y tiene probabilidades para llevarse un quinto, de seis en disputa, lo que le da entre un 66% y 80% de efectividad electoral y lo pondrá entre 21 y 22 estados bajo su línea y en la antesala de ganar el 2024.

En 2022, Morena y aliados se perfilan para ganar Quintana Roo, Tamaulipas, Hidalgo y Oaxaca. Ya empataron en Durango alcanzando al candidato de la alianza PAN, PRI y PRD y van a perder Aguascalientes que ganará el PAN con cómoda ventaja con Tere Jiménez.

El año próximo se disputan dos gubernaturas más: Estado de México y Coahuila, ambas en poder del PRI y si la historia se repite se las puede quitar la alianza Morena, PT y Verde.

En el Estado de México se prevé una contienda muy cerrada contra la coalición PRI, PAN y PRD si es que no se pelean o dividen, dados los egos (con bótox incluido) de los precandidatos del PRI y del único del PAN y aunque se junten se ve complicado que le ganen a los de Morena y aliados apoyados desde el Palacio Nacional, donde Higinio Martínez y Delfina Gómez se ven como los posibles candidatos.

¿A qué se debe esta circunstancia? Ya que todos los partidos que compiten y la mayoría de sus candidatos cuentan con constancia. La respuesta es una sola: a la popularidad de AMLO quien contra todo lo que le pegan y descalifican sigue sin caer en la aprobación de la mayoría de la gente. Sobre todo en el círculo verde que es el que cuenta para votos, aunque la mayoría del círculo rojo literalmente vomite todo lo que haga y diga el Presidente.

Vale reflexionar que si a estas alturas el factor AMLO sigue contando y definiendo elecciones, es que debe estar haciendo algo bien, al menos electoralmente. Partir de la base de que todo es producto de los programas sociales ―que por cierto ya imitan los partidos de oposición como el salario rosa en el Edomex— es sobresimplificar el fenómeno y seguir sin entender por qué siguen perdiendo elecciones los partidos de oposición.

Lo he dicho en público y en privado con los más destacados representantes del PAN y del PRI, no veo a una oposición que entienda de dónde viene la fuerza del Presidente y su partido. No veo a un candidato opositor que le llegue al corazón de la gente donde más le importa y que tenga propuesta para reducir la desigualdad y la mejora de sus condiciones de vida.

Hasta hoy, al único actor de oposición que se ve entender cómo sacar provecho a la circunstancia del mar moreno es Dante Delgado, quien sabe que manteniéndose al margen de la alianza PAN, PRI y PRD, nombrando candidato a la Presidencia es su mejor opción. Así su partido que ya gobierna Jalisco y Nuevo León, crece en el 2024 y aunque no gane se convierte en el siguiente movimiento (“ciudadano”) con miras a llegar a la Presidencia. De paso vende muy caro su apoyo a la coalición opositora al condicionar su participación a ser él quien nombre al candidato presidencial. Situación que evidenciaría una decadencia del PAN y no se diga la del muy alicaído PRI.

Para vencer hay que convencer y para convencer hay que entender lo que mueve a la gente que saldrá a votar. AMLO lo entiende, no le queda mucho tiempo a los líderes de la oposición para hacer lo propio. Al tiempo…

Empresario, político, financiero y experto en transformación digital

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