Hay un torneo, entre los analistas, comentócratas, gargantas profundas y demás cortesanos, bastante inútil, sobre las supuestas “disputas” entre Claudia Sheinbaum y Andrés Manuel López Obrador, los hechos son contundentes: en todo están absolutamente de acuerdo.
Es hora de asumir su hegemonía, no solo electoral, es de una ideología, de una cultura de la izquierda de la Revolución Mexicana, que se tragó a las antiguas izquierdas independientes.
Como en todo mestizaje hay residuos de la genética anterior.
En 1973 estuve en Berlín, 15 años antes de la caída del Muro, asistí a una reunión con chavos disidentes en un edificio abandonado, por invitación de Ilan Semo, como buenos alemanes, la sesión tuvo dos partes, de 7 a 8 pm, ni un minuto más, discutimos, después se tuvo una especie de fiesta, con puro vodka. Fue muy impresionante ver a esos jóvenes desafiar al Estado totalitario de Alemania Oriental. La stasi, tenía como informantes a millones.
Esa mentalidad de estado policiaco está como huevo de la serpiente, incubándose en las políticas del segundo piso de la CUATRO T. No toleran la menor diferencia ni fuera, ni mucho menos dentro de las filas de Morena. No aprendieron nada los aparatchics de los viejos partidos comunistas. Los de origen priista están en su mero mole.
La abolición de las incipientes prácticas e instituciones democráticas avanza cada día.
Las inmensas reservas democráticas de la sociedad mexicana, que conquistó esos logros democráticos, no caben dentro de la oposición oficial. Tienen otras vías de expresión, movimientos, movilizaciones callejeras y rurales, publicación de folletos, periódicos pequeños, presencia en decenas de miles de espacios en las redes, nuevos tipos de resistencia cultural, surgimiento de actores desconocidos como la lucha de los uberistas, las buscadoras, las feministas de todo tipo, los ambientalistas una inmensa corriente contestataria hasta el momento dispersa.
Una forma de sostener su hegemonía, por parte de Morena, su gobierno y aparatos de estado, es desviar la atención a los chismes y especulaciones palaciegas.
Tomar la iniciativa en el debate, es la primera cuestión para el movimiento de resistencia a la estrategia de construcción de un estado policiaco, al estilo de Alemania Oriental, soviético, cubano, venezolano, chino o nicaragüense.
Se necesita llamar las cosas por su nombre y dejar las intrigas divulgadas por gargantas profundas en torno a las disputas al interior de Morena y sus títeres, seguramente feroces, no hay que darle vueltas, AMLO y Claudia Sheinbaum comparten lo esencial y sus posibles desencuentros están subordinados a sus estrategias.
No tiene mucho sentido especular cuál es la autenticidad de los conversos morenistas, sea cualquiera que sea su procedencia, mayoritariamente priista con manchones azules de panistas adquiridos en el bazar, antiguos sobrevivientes del naufragio marxista-leninista, moscovita, pekinés con algunos aderezos trotskistas.
Cabe aquí la frase genial de Deng Xiaoping, de 1992: “No importa el color del gato, lo que importa es que cace ratones”, en este caso todos los gatos de la 4T son grises y están dedicados a cazar ratones disidentes, sean de donde sean.
Tampoco tiene mucho sentido especular en torno al destino de la oposición situada en las franquicias del PAN o del PRI o en los restos del naufragio de la marea rosa, mucho menos en el instrumento esquirol de Movimiento Ciudadano encabezado por el priista de pura cepa Dante Delgado.
La vida está en otra parte.
No es la primera vez, ni la última, donde se tendrá que reemprender una lucha desde todos los frentes de la sociedad y sobre todo con los jóvenes. No olvidemos que la partidocracia, tanto la del poder como la de las otras franjas de la corte palaciega, son ancianos.
No es tiempo de lamentos o lloriqueos, es hora de resistir.