La política es vista por la gente como algo perverso, tramposo. La democracia también es percibida como una coartada de los poderosos para mantenerse arriba, aprovechándose de los de abajo. Sería peor una dictadura.

Desde muy niño tuve interés por la vida pública y social. Mi madre era maestra de primaria y participó en el movimiento othonista desde 1956, yo tenía apenas diez años cuando escuché en una asamblea al maestro Othón Salazar, en el auditorio de la sección IX del SNTE, ubicada en las calles de Belisario Domínguez del centro histórico. Cuatro años después, en agosto de 1960, los maestros ocuparon la escuela primaria instalada en la Escuela Nacional de Maestros en la calzada México Tacuba, también mi papá estaba en huelga en la Compañía Mexicana de Aviación donde trabajaba. No había ingresos en mi familia, entonces los huelguistas no recibían salario durante la huelga; esa extraña práctica la eliminó el ingeniero Javier Barros Sierra durante el movimiento de 1968, pagando los salarios de los profesores y trabajadores; fue una de tantas formas de apoyo del rector de la UNAM al movimiento del 68.

El 68 lo tengo tatuado en mi alma, pero considero que su ciclo está cerrado. Hoy tenemos retos y desafíos diferentes.

El desafío fundamental de nuestros días es impedir la instauración de una dictadura. No es una frase estridente, será una triste realidad, si el gobierno impone su Plan C.

La aplastante victoria electoral de Morena y sus partidos marioneta, no es suficiente para la voracidad de Andrés Manuel López Obrador, en estos momentos están pretendiendo convertir el 54% de los votos que recibieron en un 75% de diputaciones. Es un agandalle. Una estafa para los electores.

Aunque la democracia en México está en pañales, en rigor solo hemos tenido elecciones reales desde 1997 y los partidos registrados, constituyen una partidocracia, debido al monopolio que les otorga el régimen político, que impide el registro de partidos y candidatos que libremente lo decidan sin más requisito que obtener un porcentaje mínimo de votos para confirmar su registro, aun con esas y otras limitaciones, la democracia es infinitamente superior a los sistemas autoritarios o totalitarios, en una palabra a las dictaduras. Incluso a las que se autonombraron dictadura del proletariado en el sistema del socialismo realmente existente, que se derrumbó con la caída del Muro de Berlín.

Es el principio, la lucha continúa, gritábamos los estudiantes en Francia, en México y todo el planeta, en el gran movimiento libertario del 68, hoy el combate está en muchas partes: en la defensa del planeta; en las luchas de las mujeres; en las de las comunidades originarias; de los trabajadores contra los charros; en las expresiones culturales más variadas que existen en todo el mundo; en la defensa de los migrantes que son perseguidos por la Guardia Nacional; contra la militarización; está en cualquier lucha contra la opresión y también en el caleidoscopio de formas de resistencia.

Las tribunas públicas como la prensa, la radio e incluso la televisión donde se fueron abriendo espacios para la crítica, hoy viven bajo la amenaza de ser suprimidas.

Agradezco inmensamente a EL UNIVERSAL, el espacio para escribir en sus páginas.

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