Nadie es dueño de la verdad, no descarto estar equivocado. El apoyo a la Cuarta Transformación de una buena parte de las antiguas izquierdas, al considerar que ha realizado una revolución política pacífica, es un fenómeno que debe contrastarse con los objetivos que motivaron la lucha de partidos, grupos, intelectuales y militantes desde la década de los sesenta.

A finales de los cincuenta, en pleno milagro económico, el pequeño y extraño mundo del Partido Comunista Mexicano, vivió un cambio en su definición política, entonces tenía 1348 miembros. En su XIII Congreso aprobó luchar por una nueva revolución, declarando que la Revolución Mexicana había concluido. De manera semejante se pronunciaron José Revueltas, Enrique González Rojo, el doctor Mario Rivera Guzmán y otros fundadores del movimiento espartaquista; el legendario Guillermo Rousset planteó que se debía tener a la burguesía nacional como el enemigo fundamental, dejando atrás el antiimperialismo como estrategia central. El castrismo fortaleció aún más las tendencias radicales y socialistas. La izquierda de la revolución mexicana se limitaba al Partido Popular Socialista, al cardenismo dentro del PRI y fuera del mismo, incluido el Movimiento de Liberación Nacional fundado por el General Lázaro Cárdenas.

Tras la campaña presidencial de 1988 se creó el PRD y con ello se inició el proceso de hegemonía de la izquierda de la revolución mexicana, que terminó tragándose a las izquierdas independientes, cuyos momentos estelares son el triunfo de AMLO en 2018 y la aplastante victoria de Claudia Sheinbaum en junio de 2024.

En esa retrospectiva pareciera lógico apoyar a Morena.

Sin embargo, existen grupos, pequeños partidos, movimientos autónomos antiguos y nuevos que son opositores a la Cuarta Transformación.

Desde la creación del PRD he sido crítico de su política y de sus gobiernos, las políticas fundamentales de Morena y sus aliados son contrarias a las metas de las izquierdas independientes.

La militarización de la seguridad y las funciones otorgadas al Ejército por AMLO, la creación de la Guardia Nacional son políticas típicamente derechistas en la historia del siglo XX y del XXI, por lo menos.

La política económica neoliberal no es, de ninguna manera, una opción de izquierda.

A lo largo de 6 años de gobierno de AMLO no se promovieron reformas sociales en favor de los trabajadores; el capital incrementó sus ganancias de manera excepcional.

La corrupción anterior de los gobiernos priistas y las políticas nefastas de Calderón quedaron impunes y no se diga la corrupción de los familiares, amigos y altos funcionarios del gobierno de AMLO, cuestión que atrajo la simpatía de millones por Morena y la 4T. Esta es quizá la estafa mayor de AMLO.

Lejos de socavar el poder de los grupos de poder gestados en la larga hegemonía del PRI, se produjo una verdadera transfusión priista hacia Morena, un alto porcentaje de funcionarios, diputados, senadores, gobernadores, alcaldes y decenas de miles de priistas son actuales militantes y dirigentes de Morena. Incluso también importantes dirigentes del PAN forman parte de la cúpula de la Cuarta Transformación.

Los dirigentes de Morena, sus simpatizantes, entre ellos algunos intelectuales ponen como rasgos positivos de la Cuarta Transformación, su discurso a favor de los pobres, afirman que se logró ponerlos en el centro de la atención nacional, causando la irritación de los oligarcas, la derecha y todos los “conservadores”, que los ha llevado impulsar una ofensiva de “golpismo suave” contra la presidencia de AMLO y continúa contra Claudia Sheinbaum. Este argumento es insuficiente para considerar a la Cuarta Transformación como creadora de una revolución política pacífica.

Su discurso no sustituye la ausencia de políticas o reformas sociales, económicas y culturales favorables a los trabajadores, oprimidos y olvidados del sistema capitalista vigente, más fuerte que nunca.

La 4T ha gestionado eficazmente el modelo neoliberal, dado que los trabajadores y otros sectores están ilusionados con sus líderes, abandonando la resistencia contra sus políticas que han deteriorado sus condiciones de vida. Baste decir que tenemos 51% en la llamada economía informal.

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