En días pasados nos enteramos que el presidente tenía COVID, enfermedad que ha causado la muerte de aproximadamente 150,000 personas según cifras oficiales.
Más allá de nuestras filias y fobias, estamos hablando de un ser humano que contrajo una enfermedad que puede ser mortal, simplemente, por ese motivo, el deseo general debiera ser su pronta recuperación, igual que la de cualquier otra persona enferma.
Sin embargo, a pocos minutos de darse a conocer la noticia, la opinión pública ya se encontraba dividida. Había quienes festejaban el que hubiera enfermado y quienes generaban apología de heroísmo por ser quien era.
De manera desafortunada esa es la nueva retórica nacional, es decir, por un lado, quienes están a favor de absolutamente todo lo que hace y dice el presidente, en contraste se encuentran los que están en contra de absolutamente todo.
Y ¿qué pasa con esa palabra, con uno de los sentimientos más importantes? ¿Qué pasa con aquel sentimiento que nos diferencia de los animales? Exacto, me refiero a la empatía. Esa capacidad de ponernos en los zapatos del otro, de sentir lo que siente. Esa la hemos perdido y con ella, poco a poco, nuestra humanidad.
¿En dónde está la empatía, así como responsabilidad del presidente y su equipo cuando ya había sospechas y síntomas de contagio, al volar en un avión comercial, tener eventos y reunirse con personas sin usar el cubrebocas?
¿De verdad nadie de todo el equipo pudo tener la sensibilidad para decir, en medio de la peor crisis de la pandemia, cancélenos eventos y que un avión de las Fuerzas Armadas recoja al presidente y al equipo que estuvo en cercana convivencia con él, para no arriesgar a otros cientos de personas?
Muchos nos hemos quejado de la falta de empatía del presidente con los cientos de familias que han perdido a algún miembro a causa del COVID; sin embargo, ¿De verdad creen que la mejor forma de lograr que el presidente y su equipo sean empáticos es deseando el mal?
¿No debiéramos cada uno de nosotros intentar ser nuestra mejor versión, ser las mejores personas posibles para entonces exigirlo? Yo deseo la recuperación del presidente, como se la deseo a todos aquellos que están sufriendo con esta enfermedad, primero por ser un ser humano y segundo porque el país no merece la crisis y el vacío que causaría la pérdida del titular del ejecutivo.
Pero sobre todo, deseo que autoridades y ciudadanos, recuperemos nuestra humanidad, la capacidad de sentir lo que sienten otros, de pensar en el de enfrente antes de pensar en mí. Ojalá estos momentos de crisis nos hagan encontrar lo que nos queda de humanidad y hacerlo crecer cada día más.
Sobre la autora:
Jimena Cándano estudió la licenciatura de Derecho en la Universidad Iberoamericana. Obtuvo el grado de Maestría en Administración Pública, con enfoque en Desarrollo Comunitario y Transformación Social en la Universidad de Nueva York. Actualmente es la Directora Ejecutiva de la Fundación Reintegra.
Acerca de Fundación Reintegra:
Es una fundación que trabaja a favor de la justicia social, equidad de oportunidad y derechos para los jóvenes en conflicto con la ley. Tiene como misión prevenir el delito y reintegrar a la sociedad a quienes experimentan conflictos penales, fortaleciendo sus capacidades y concretando un proyecto de vida, siendo un referente en la opinión pública nacional e internacional en la prevención del delito a través de la reinserción social.