Confieso que ya tenía terminada mi colaboración de esta semana cuando se dio la votación en el Senado de la República, que aprobó la continuación de la militarización de la seguridad pública y del país, con la reforma al 5° transitorio constitucional.

Yo reflexionaba en dicho escrito sobre la necesidad de redimensionar las características y el tipo de alianzas que deberíamos diseñar para el 2023 y el 2024. Ahora, está claro que el esquema anterior ya está literalmente tronado, quebrantado, y que la Coalición Va por México como tal, con esos componentes y actores, no existe más.

En un país cuya descomposición brota por donde quiera, es cuando más hace falta una oposición que se levante como una alternativa democrática y progresista para reorientar el rumbo nacional. Lamentablemente, hasta el momento, ha podido más la estrategia del gobierno federal para desarticular a la alianza opositora que venía haciendo contrapeso, que la capacidad para enfrentar exitosamente esa embestida en favor de México.

La democracia mexicana está en severo riesgo. Estamos obligados a repensar nuestras estrategias. El futuro inmediato del PRI es incierto.

El PRD, en lo que se refiere al reducido grupo parlamentario en el Senado, está en crisis; más no el conjunto del partido a nivel nacional.

Está claro, sin embargo, que debe revisarse a fondo cuál es su papel en el contexto nacional y definir cómo va a participar en los próximos procesos políticos y electorales.

Paradójicamente, cuando más vulnerable parecía este falso gobierno de izquierda mexicano por los escándalos y la descomposición consustancial que lo acompaña, tanto por las contradicciones surgidas por el cuestionado informe sobre Ayotzinapa y los hackeos a la Sedena (todo lo cual se presentaba como una gran oportunidad que podía ser aprovechada para el avance de la oposición), apareció lastimosamente arrinconada, debilitada por el vergonzoso papel de una parte de sus integrantes (la mayoría de los senadores del PRI y dos del PRD).

Es el saldo negativo de este capítulo antidemocrático; pero no todo está perdido. Esta puede ser una victoria pírrica del lopezobradorismo. La clave está en identificar los puntos de encuentro entre todos los sectores que se mantuvieron firmes y no cedieron a las condenables presiones y amenazas de los gobiernos de Morena. Retomar este esfuerzo, ahora con más vigor y determinación, de la mano de la Sociedad Civil organizada y lo más prestigiado de sus múltiples y valiosas personalidades.

Después de lo sucedido el pasado 4 de octubre del 2022 en el Senado de la República, ya nada será igual ni para el país, ni para el gobierno, ni mucho menos para las oposiciones.

Con toda humildad y responsabilidad, considero necesario y urgente que, desde la sociedad civil, se haga un llamado a la unidad de todas las fuerzas progresistas y democráticas de México y podamos iniciar un diálogo que nos lleve a construir esa nueva ruta.

Presidente nacional del PRD

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