La vida nos ha colocado ante momentos de impostergables definiciones.
A poco más de 9 meses de las elecciones generales del 2 junio de 2024, se han conformado dos grandes bloques entre los que la ciudadanía decidirá en cuál situarse:
1) continuidad del actual proyecto de gobierno o
2) cambio para establecer un programa que reoriente el rumbo del país.
Quienes desean la continuidad de la llamada “4T” representan entre 33 y 35 por ciento del posible electorado, que no es poco. En su mayoría, son los beneficiarios de diversos programas sociales que impactan a millones de familias; aunque también se sitúan aquí, otros sectores que comparten el discurso lopezobradorista sobre el supuesto “combate a los privilegios del pasado, el abatimiento de la pobreza y el no regreso al pasado neoliberal”, como lo testimonian algunas plumas de reconocidos intelectuales y académicos.
Todos ellos han llegado al extremo de defender el absurdo de “no escuché” de AMLO frente a la tragedia de los jóvenes desaparecidos en Lagos de Moreno, Jalisco.
También son éstos quienes defienden que, como parte de una “profunda cuarta transformación”, es válido el concepto de “la Nueva Escuela Mexicana” plasmada en los tan cuestionados libros de texto por su evidente antipedagogía. Un absurdo más.
Dentro del bloque que plantea un cambio de rumbo para el 2024, nos situamos quienes creemos que el país no va bien, que hemos empeorado en todos los terrenos de la actividad nacional: Crecimiento económico, desarrollo integral, empleos, educación, salud, seguridad, combate a la corrupción y hasta en el abatimiento de la desigualdad entre los más pobres y los más ricos. Y que, por lo tanto, es necesario reorientar el rumbo de México, no para regresar a un pasado que mayoritariamente la gente reprobó, sino para construir un mañana que permita vivir en paz, con seguridad y posibilidades de desarrollo, en una sociedad donde se respete el Estado de derecho y haya un verdadero combate a la corrupción, entre muchas otras cosas.
En este sector social, se agrupan las fuerzas del Frente Amplio por México -PRD, PAN, PRI- y un gran abanico plural de numerosas organizaciones de la sociedad que, con un método innovador, han resuelto que la ciudadanía simpatizante de esas propuestas esenciales de cambio y que no quiere la instauración de una dictadura en México, decida en urnas -el 3 de septiembre próximo- quién habrá de encabezar ese proyecto de cambio mirando hacia el 2024.
Ha sido un proceso complejo conducido por un Comité Organizador, sin mayoría de militancia partidista, que está llegando a su fase final. En estos días se llevan a cabo Foros Temáticos Regionales.
Es un proceso inédito, que presentó irregularidades en la acreditación de miles de firmas, lo cual provocó entendibles reclamos de quienes fueron eliminados en esa primera fase, como fueron los casos de Silvano Aureoles y Miguel Mancera, y que llevó a que el PRD declarara una pausa en su participación en los trabajos del Comité Organizador.
Celebro que se hayan hecho las aclaraciones pertinentes y que el PRD continúe plenamente en las actividades del Frente Amplio por México, ya que su pertenencia a esta alianza política y ciudadana, da la pluralidad que la oposición política hoy necesita, por ser la única fuerza de izquierda socialdemócrata de la alianza.
Son tiempos de urgentes definiciones.
Rumbo al 2024 no hay lugar a medias tintas. Quienes no estén del lado del cambio, jugarán como esquiroles en favor de Morena. Por ello la importancia de que el PRD haya refrendado su pertenencia a esta alianza cuya esencia este partido ha defendido, y por eso mismo, de ninguna manera es admisible la pretensión de ir solos.
En este mismo sentido, comparto la convicción de que Xóchitl Gálvez se ha colocado como la mejor opción para encabezar el Frente. En el PRD cuenta con amplias simpatías. Y reconociendo el mérito de quienes han buscado esa responsabilidad, en lo personal estoy convencido de que “¡con Xóchitl sí hay tiro!”. Representa la racionalidad frente al riesgo de continuidad del absurdo obradorista.
Presidente nacional del PRD