Parecen lejanos; pero ya están aquí los años políticos del 2023 y 2024. Primero Coahuila y el Estado de México, y después las presidenciales junto a diputaciones, senadurías, 9 gubernaturas y elecciones municipales en 31 estados de la República, incluyendo las alcaldías y Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.

López Obrador, acostumbrado a violar la Constitución y las leyes, adelantó el reloj electoral de su reemplazo. Ante el fracaso de su gobierno quiere ganar tiempo, moviendo a sus “corcholatas” para que hagan campaña rumbo a la sucesión presidencial, para que la gente y los analistas hablen de eso y no de los crecientes problemas del país, de la inseguridad, la violencia, la corrupción, la inflación y la falta de medicamentos.

Y sus corifeos de Morena —auténticos y reincidentes delincuentes electorales— ya decidieron abrir a sus precandidatos, el próximo mes de julio decidirán sus candidaturas para el Estado de México y Coahuila disfrazándolas descaradamente a los ojos de todo el mundo, de supuestos coordinadores de su partido en esas entidades, para hacer fraude a las leyes electorales y no aparecer como “actos anticipados de campaña”.  

Aunque no ganaron, como habían dicho, las 6 gubernaturas el pasado 5 de junio, sino 4 (y en Tamaulipas lo hicieron de la mano del crimen organizado), piensan que ya traen en la bolsa las dos gubernaturas del 2023 y la Presidencia de la República de 2024. Eso, sin dejar de señalar que esos “cuatro triunfos” fueron resultado de una vasta operación con “elecciones de Estado”, haciendo uso ilegal de recursos públicos y programas sociales para la compra de votos, incluido el papel de “los vividores de la nación” quienes, en muchas casillas, actuaron como funcionarios electorales, violando la ley.  

Y en medio de todo ello, se sienten con las agallas de pisotear el Estado de Derecho, el marco jurídico, burlándose de los órganos electorales y las instituciones porque quieren implantar una dictadura en nuestro país. Así, lisa y llanamente: quiere AMLO implantar una dictadura.  

En el extremo de la desvergüenza, los secretarios de Estado y la Jefa de Gobierno, anunciaron sus inicios de campaña contraviniendo la ley. ¿Por qué no renuncian a sus cargos para hacer proselitismo? Claro que debieran hacerlo y no usar indebidamente recursos públicos con fines personales.

En este escenario adverso a la democracia, el que olvidan algunos analistas que satanizan o descalifican a la oposición representada en “Va por México” —porque no ganó “por lo menos tres gubernaturas” el pasado 5 de junio, aun cuando la elección de Tamaulipas ya está impugnada por múltiples irregularidades— algunos, incluso, dan por muerta a la Coalición opositora porque Morena gobierna (gobernará) 18 estados de la República y llegan a afirmar que “no hay tiro” para el 24.

Se les olvida que, en el año 2000, el PRI gobernaba cerca de 30 estados del país y perdió la presidencia contra Vicente Fox.  

O no tienen presente que, en 2018, cuando AMLO ganó las elecciones, Morena no gobernaba un solo estado. Eso quiere decir que la lógica de las elecciones presidenciales es muy distinta a las disputas comiciales locales.  
Entonces, ya veremos en 2024 cómo está el ánimo social electoral frente a un proyecto que ha fracasado en todos los aspectos de su actividad, tanto en sus gobiernos federal como locales.

Mucho dependerá de que las fuerzas políticas, sociales y ciudadanos, conformen la necesaria coalición opositora al bloque oficialista, y de que —mediante una amplia consulta popular— decidan un método democrático, abierto y transparente para seleccionar la candidatura a la Presidencia de la República, así como las de las nueve gubernaturas y las principales al Congreso de la Unión y presidencias municipales. En eso radicará una parte fundamental de su fortaleza.

La coalición Va por México ya demostró que es fuerte y tiene mucho potencial; pero sus victorias para dar un vuelco a la vida del país, sólo serán posibles si —además de seleccionar democráticamente a su candidato presidencial— van de la mano con el más amplio abanico de liderazgos de la sociedad civil y elaboran, juntos, una propuesta de gobierno, un programa progresista basado en las necesidades y anhelos de la mayoría nacional y pueda conformar un gobierno de coalición.

El PRD ha sido y será factor cualitativo para lograr esos esfuerzos unitarios, como la única fuerza de izquierda socialdemócrata de México, en oposición a la falsa izquierda autoritaria y militarista que hoy está en el Ejecutivo federal.

Presidente Nacional del PRD

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