El país está al borde del precipicio. A la par, el canto de las sirenas desde Palacio Nacional, sigue engañando a un importante sector de la población, aunque una proporción considerable de la sociedad está desencantada y desilusionada del actual gobierno y sus fallidas políticas para resolver los problemas.
Así, cada vez más un amplio abanico de liderazgos y sectores de organizaciones sociales y ciudadanas, manifiestan su inconformidad y decepción de haber votado por ellos y, ahora, buscan una opción que les dé confianza y ofrezca soluciones viables a la asfixiante situación económica, social y de inseguridad.
Como muchos analistas y estudiosos de la política lo han dicho, urge detener el desenfrenado deslizamiento hacia el desastre. El mejor instrumento es la unidad de quienes coincidimos en ello, por encima de aspiraciones partidistas o personales.
Sin contraponerse a ese propósito, el eje vertebrador de una amplia alianza habría de iniciarse desde una perspectiva democrática y progresista, de Centro Izquierda, para conformar un “Frente Político Plural”.
El PRD, como el único partido verdaderamente de izquierda, comprometido con los principios de la República democrática, las libertades y derechos, está obligado a poner al servicio de la sociedad su registro político. Y —de la mano de personalidades y liderazgos decididos a impedir la instauración de una dictadura en México— convocar a una amplia convergencia progresista de centro-izquierda.
El PRD debe abrirse para dar cabida a quienes quieran participar de este esfuerzo e integrar en sus órganos directivos y espacios de participación, a liderazgos y personalidades dispuestos a defender un México de libertades.
Además, quienes no deseen militar en el PRD, podrían participar en un Consejo Ciudadano de amplio espectro que reciba de la sociedad y elabore propuestas hacia un proyecto progresista para el país.
Este Consejo también podría proponer un método democrático y transparente para la selección de la candidatura presidencial del 2024, en oposición al dedazo presidencial.
Esto ayudaría a caminar en el objetivo de lograr una amplia alianza opositora, que comprenda tanto a los partidos de la Coalición Va por México, como a otras fuerzas políticas y de la sociedad civil afines.
Por ello, la construcción de un frente de Centro-Izquierda y la conformación de una Coalición amplia, no están contrapuestas; sino que serían complementarias: Mientras más peso tenga el primer componente, más posibilidades tendremos de competir y ganar votos a esa falsa izquierda que hoy ocupa el gobierno de la República.
Por otro lado, están en puerta los procesos electorales para Coahuila y Estado de México. Los tiempos políticos se adelantaron al reloj electoral formal porque AMLO está urgido de definir el rumbo desde la Presidencia.
Prácticamente todos los partidos han mostrado sus cartas en el Edomex, lo cual ha sido interpretado como la imposibilidad de una alianza opositora y, en consecuencia, que veríamos en esta entidad el triunfo de una delincuente electoral (como Delfina Gómez), postulada por Morena.
Sin embargo, muchas cosas están por verse. Coahuila y Edomex sentarán un precedente fundamental sobre lo que podría suceder en 2024, porque aunque no necesariamente el partido que gane en el Edomex ya tendría en automático la Presidencia de la República, en esta ocasión sí podría suceder, ya que las percepciones de unidad o división opositora pesarán significativamente en el ánimo de la sociedad a la hora de votar.
De ahí la importancia de la construcción de una alianza opositora caminando en esas dos patas: Fuerza de Centro-Izquierda y alianza opositora de amplio espectro. No debe cejarse en ese propósito.
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