Los resultados electorales del 2 de junio crearon un nuevo escenario político y modificaron el sistema de partidos que se había configurado con la reforma política de 1996. Ahora estamos ante el resurgimiento del régimen del partido hegemónico (de Estado) protagonizado por el PRI durante décadas hasta 1997.
La victoria gubernamental mediante una elección de Estado, de la mano de la violencia, evitaron la repetición de los resultados del 2021 cuando la coalición oficialista perdió la mayoría calificada en diputados. Los partidos de la oposición, especialmente el PRD ahora en riesgo de perder su registro legal, fueron arrollados por esa estrategia que avaló la mayoría ciudadana.
Ahora nos encontramos ante el riesgo de que se establezca un nuevo régimen político si la coalición morenista obtiene una sobrerrepresentación en el Poder Legislativo más allá de la proporción que le corresponde en votos, con lo cual tendrían los números suficientes para, por sí solos, modificar la Constitución, sin que sepamos cuál será el comportamiento de la bancada de Movimiento Ciudadano.
En esa ruta, tanto AMLO como Sheinbaum han anunciado que irán por la reforma del Poder Judicial para que jueces, magistrados y ministros sean sujetos de elección popular para su nombramiento, lo que significará la concentración de todos los poderes en uno solo: el Ejecutivo.
Hasta ahora se han conocido distintas versiones oficiales sobre el contenido de esa reforma y habrá que esperar la última oficial para evaluarla en sus términos.
A la par se ha anunciado la incorporación de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa para cerrar el ciclo de la militarización total del país, lo cual es altamente preocupante. No se sabe aún si eso implicará un cambio de estrategia en el combate a la delincuencia organizada y si las fuerzas armadas no se corromperán, como lo dice el discurso presidencial; pero la creciente militarización es un hecho.
En estas nuevas circunstancias ¿qué vendrá? En primerísima instancia no es deseable ni benéfico que se distorsione lo obtenido en las urnas con una indebida sobrerrepresentación en el Poder Legislativo. El INE, y en su momento el Tribunal Electoral, tendrán la última palabra. En las manos de las y los jueces electorales quedará la decisión sobre si abrirán las puertas para un cambio de régimen político que muy pronto los devorará a ellos mismos. Por eso es legítima la preocupación de importantes sectores de dentro y fuera del país al respecto.
Por otra parte, los partidos de la coalición opositora tienen la tarea de revisar sus propias estrategias. El anterior sistema de partidos ya no existe. Igualmente, las alianzas electorales forjadas en el tiempo reciente ya se agotaron y habrán de redefinirse.
Cada partido en lo individual está obligado a hacer su propia autocrítica. El PRD, surgido hace 35 años y que sigue luchando por su registro legal, ya cerró un ciclo y debe reinventarse para iniciar uno nuevo, virtuoso, junto a liderazgos y sectores de la sociedad que compartan los ideales de trabajar por un México democrático y libertario, con un programa renovado, planteamientos progresistas y una ideología socialdemócrata, de centro-izquierda.
Ni pensar en que esa nueva formación pudiera subsumirse en la falsa izquierda gobernante, aunque sí deberá definir su estrategia política, su comportamiento frente al entrante gobierno de Claudia Sheinbaum: ¿diálogo o confrontación? ¿dialogar con posiciones críticas y disentir, pero buscar construir en los aspectos coincidentes respetando mutuamente los distintos puntos de vista, aun cuando las señales del futuro gobierno auguran un endurecimiento hacia la oposición y a los críticos y adversarios en general?
El PRD ha sido y es factor clave para la construcción y la preservación de la democracia mexicana y de sus instituciones.
Es importante que permanezca y trascienda con su registro legal para reinventarse y no repetir los vicios y problemas que le hicieron retroceder en importantes estados de la República ni alcanzar el tres por ciento en más de la mitad de los estados.
Esos son los nuevos retos.