Los resultados de las elecciones del 2024 no están decididos de antemano ni labrados en piedra. Desde el poder presidencial pretenden establecer la percepción de que el proyecto gobernante ya tiene asegurada su continuidad y, violando la Constitución y las Leyes, han adelantado su proceso electivo, por decisión del jefe de la delincuencia electoral oficial, el titular del ejecutivo. Usando todo tipo de recursos están queriendo imponer la narrativa de que la oposición ya está derrotada.
Una estrategia similar fue la que implantaron en el Estado de México con encuestas falsas, diciendo que la corrupta candidata de Morena ganaría por más de 20 puntos. Querían que desactivar, anímica y políticamente, a la oposición para que no diera la pelea, e infundir en la población esa idea para que no saliera a votar, “pues ya estaba claro” que ellos ganarían la elección, y así, con una baja participación ciudadana, aseguraban su victoria mediante el uso electoral e inmoral de los programas sociales. Y, por si algo faltara, se dio la intervención grosera de AMLO llamando a votar por su candidata.
La estrategia les funcionó a medias, porque en Coahuila, el obradorismo fue dividido, y aunque al final quisieron “bajar a los candidatos” del Verde y PT doblegando a sus dirigentes nacionales para que llamaran a votar contra sus propios candidatos, el triunfo de Manolo Jiménez fue apabullante.
En el caso del Edomex se logró remontar la desventaja y las predicciones oficialistas hasta lograr un 8% de diferencia; no fue el triunfo aplastante que querían. Así pues, sin dejar de asumir el costo de la derrota electoral de la oposición en el Edomex, si sumamos los votos de cada Coalición en ambos estados, como si fueran parte de una elección nacional, los resultados son de 3.5 millones para cada alianza, unos 50 mil votos de diferencia. Eso lo tienen claro en Palacio Nacional.
Por eso, tomando en cuenta estos datos, el presidente de la república ordenó a su partido arrancar de inmediato sus precampañas para sacar ventaja a los opositores, amarrando a sus “corcholatas” para no correr el riesgo de tener fugas. Todo esto nos habla de que estamos ante la estrategia de unas elecciones de estado para el 2024. La candidata oficial (no el candidato) será resultado de un dedazo, no de un proceso verdaderamente democrático.
Los partidos Va por México han decidido continuar juntos y acordar con organizaciones de la sociedad civil un método democrático para seleccionar una candidatura presidencial ganadora que asegure una amplia participación ciudadana, en contraposición al método unipersonal y autoritario del dedazo. Ya se han dado los primeros pasos en ese sentido para permitir debates y la conformación de un amplio padrón de electores para ir a unas elecciones primarias.
Esa es una gran noticia. Los partidos políticos asumen la necesaria apertura y acompañamiento de la sociedad no partidista en una decisión tan trascendental para la vida del país. Recordemos que fue esta sociedad civil organizada en “Unid@s” la que convocó a las manifestaciones multitudinarias del 13 de noviembre y 26 de febrero pasados. Asimismo, tengamos presente que la Coalición PRD, PAN y PRI logró el 40% de los escaños en la Cámara de Diputados en 2021, con lo cual le quitó a Morena la mayoría calificada para hacer reformas constitucionales a capricho presidencial (si MC hubiera sido parte de esa alianza se habría logrado la mayoría en dicho órgano legislativo).
Por eso digo que los resultados de las elecciones del 2024 no están ya decididos, como lo quiere hacer creer el gobierno.
Para evitar que México continúe en la ruta del proyecto autoritario que amenaza con aniquilar derechos y libertades y asfixiar la vida nacional, la clave está en mantener y ampliar la Coalición opositora, afianzar el trabajo conjunto con la sociedad civil, realizar una selección democrática de la candidatura presidencial con amplia participación ciudadana, así como motivar para una mayor afluencia de votantes a las urnas, especialmente de los jóvenes, para vencer así al abstencionismo.