El país tuvo suerte con el desenlace en el nombramiento de la Presidencia de la SCJN. No fue catastrófico, sino por el contrario fue esperanzador. Esto refuerza el hecho de que, contrario a lo que sostiene el gobierno de AMLO, las oposiciones sí tienen una causa común y muy poderosa, integrada por diversos objetivos. Uno de esos fue elegir a una ministra independiente como presidenta de la SCJN. Otro inmediato es el proceso para la elección de los consejeros afín de renovar cuatro posiciones del Consejo del Instituto Nacional Electoral (INE). Al igual que la integración de la SCJN, se trata de un asunto central para el futuro de la democracia de México.
El discurso oficial de la 4T ha tenido éxito en posicionar una idea central: la oposición no tiene elementos, argumentos, causas para enfrentar de manera efectiva a la 4T. Sin embargo, lo que se ha venido materializando es lo contrario, quizá desde la marcha del 13 de noviembre quedó claro que el país tiene una "oposición con causa" que va desarrollando su narrativa a partir de hechos, como lo fue la marcha y, apenas hace unos días, la elección de la presidencia de la SCJN. La denuncia exitosa del fraude estrepitoso de la ministra Esquivel y los argumentos a favor de una corte balanceada e independiente.
Le toca ahora, como ya lo está haciendo, meterse a fondo en el asunto de la renovación del Consejo del INE (los cuatro consejeros que dejan su cargo no son de la 4T, fueron electos antes del triunfo electoral de AMLO). La importancia estratégica de los nuevos consejeros es tal que, al discutir en el Congreso la aprobación del Plan B, se negocio un procedimiento detallado para su elección; ahora queda vigilar que se cumpla de forma y de fondo.
La “causa de la oposición” abarca desde la demanda de veracidad en la información hasta la denuncia de actos de corrupción de funcionarios públicos de la 4T, pasando por múltiples tropelías procesales en el nombramiento de funcionarios y en la falta de sustento jurídico de decisiones de Estado. Un ejemplo de esto es el incumplimiento constante de las normas de adquisiciones por usar subterfugios en materia de Seguridad Nacional y de intervención de las Fuerzas Armadas.
La oposición a la 4T no puede tratarse como la de un “rebelde sin causa” de los 50s, pues sí hay causa, muchas causas. Para un segmento importante de la población de izquierda la inacción de la 4T resulta inaceptable, como es el caso de una reforma fiscal real y de una política ambiental efectiva, mucho más allá de los aspectos declaratorios.
La causa de la izquierda también es un rechazo a desperdiciar el importantísimo triunfo electoral de AMLO, que se pierda la oportunidad que dieron algunos de sus planteamientos ganadores, como evitar la militarización en materia de seguridad pública y construir un nuevo sistema de salud equitativo. Una inimaginable militarización ha caracterizado la gestión de la 4T, pues ahora las Fuerzas Armadas tienen la encomienda y las facultades para atender múltiples asuntos públicos. Eso es causa vigente para la oposición de izquierda y de derecha.
Eso causa el hartazgo del sonsonete burlón que utiliza AMLO para descalificar a la oposición con calificativos como “conservadurismo”, “fifís”, “aspiracionista”, por ejemplo. Es causa la estrategia centralista y fallida en materia de seguridad. Entonces sí, la oposición tiene causa, y mucha.
El inicio de 2023 es la mejor coyuntura para que la oposición a la 4T reedite y reafirme su causa, con la colaboración de muchos.
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